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vale decir que será una mayoría de no lejos de 29 millones que mandará democráticamente las vidas de una población de 236 millones. ¿Qué clase de mayoría es esa?

Por otra parte, durante la campaña pre-electoral vespucciana, no le pareció mal al presidente engañar a cinco millones de electores, haciéndoles creer, uno por uno, que les hacía una llamada telefónica política personalmente - cuando, en realidad, era una cinta magnetofónica. Cuando los electores recibían la llamada, se quedaban atónitos de emoción durante la arenga, y con la última palabra del presidente, entraba otra voz diciendo que el presidente ya no podía hablar más, que estaba en otra línea; de manera que la gente no se podía dar cuenta del subterfugio.

Visto por la ventanilla; siendo que todo este vuelo se desarrolla a una altitud que parece calculada para pasar revista a cada detalle en el suelo.

Parece que otro aspecto del Brasil es desde el aire; un aspecto que hubiese faltado a esta Expedición. Muy difícil, imposible, poner en palabras, la infinidad gráfica - en variedad e inmensidad - que va desfilando allá abajo.

Por una parte, los dos titanes: la selva y los desmontes. Una confirmación aérea de lo visto desde tierra. Hay, todavía, inmensidades cubiertas como de lana verde; es fácil imaginarse la implacable grandeza de aquello cuando todavía no tenía solución de continuidad. Y hay, ya, inmensidades arrasadas. A veces, un último manojo de árboles aislado, sin esperanza, en el nuevo mundo de campos; y, a veces, a la inversa, el primer campo atrevidamente abierto en la masa verde restante.

Por otra parte, los fantásticos meandros fluviales. Un museo probablemente inigualable de meandros, con contorsiones más diversas que lo imaginable, con variantes de, curvas, anchos, colores, bancos ribereños concavos, bancos isleños, con variantes de ex-meandros formando arcos truncados de todas las amplitudes, a veces varios arcos ya secos anidados uno dentro del otro como meandros fósiles, mostrando la evolución a lo largo de los tiempos.

Por una tercera parte, la fantástica geometría y la inordinaria combinación de colores de los campos ya abiertos; la geometría, en algunos casos, según un cuadriculado, pero, habitualmente, en una total libertad de antojos; los colores, una combinación de rojo profundo y de varios tintes de verde y color paja.  Y la combinación de formas y colores, una fiesta para los ojos.

También, las tierras anegadizas; sin agua a la vista, pero muy distinguibles por su verde diferente y sus ramificaciones como helechos geoglíficos.

Vistas tan diferentes de aquellas de la blancura del Alto Artico, y sin embargo, a su manera, a la par con ellas.