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violencia - no percibida como tal por el vulgo, que es la mayoría de la gente - suba de grado y desemboque en violencia que hasta el vulgo percibe como tal, como el baleado de la sede de un partido por otro partido, según vimos en titulares y fotografías en los diarios. ¿Esto, democracia? Para asquear de democracia a cualquiera.

Los conductores de Manaos no parecen ser brasileños. Tan agresivos como sus congéneres en otros países.

Los mercados (ya ni se los puede llamar super), vacíos. Gaseosas, sí; jugos, no; conservas, sí; lechuga, no; tomates, malos. Eso sí, arroz, azúcar. Huevos, a veces solamente.

En combinación con la irritación por los Venezolanos, también tenemos una marcada preocupación por las lluvias.

Llueve, llueve frecuentemente. Se nos dice que, este año, las lluvias empezaron con un mes de adelanto. El río Negro empezó a crecer ya, cuando normalmente no crece todavía en este mes.

Tener el problema de la visa sería bastante. Tener el problema de estas lluvias sería bastante. Tenemos los dos. Habremos de tener suerte con los dos; si falla uno de los dos, no habrá Venezuela en esta Expedición. Es cuando hay que guardar optimismo y fuerza de determinación.

El régimen pluvial es de tormentas violentas. Truenos y relámpagos son parte de la vida cotidiana. Las calles se llenan tan de repente de tanta agua torrentosa en todas las direcciones, según la inclinación de las calles, arrastrando cualquier cosa, desde vasos de papel hasta grandes tablas, que parece alguna catástrofe. Más de una vez, una sola lluvia trae más de 30 milímetros; una, recién, trajo 35,8 milímetros. Pero, a la media hora, todo está tan seco que es difícil imaginarse la violencia recién pasada.

Otra preocupación. Del camino de Manaos a Boa Vista, hasta ahora casi siempre escuchamos la unánime información de que es bueno - de tierra, se entiende - pero bueno; alguna que otra vez, alguien temperó lo anterior diciendo que, con lluvia, se vuelve resbaladizo. Pero ahora, por primera vez, escuchamos que, en realidad, es muy malo. Esperamos que tan malo como el de Porto Velho a Manaos no puede ser.

Con todo, hicimos algunas visitas.

MN  Hay una iglesia, en Manaos, que, cuando fue construida, se encontraba en las afueras de la ciudad. Luego, se encontró en los suburbios. Ahora, se encuentra dentro de la ciudad misma. No es que la iglesia se haya mudado, sino que la ciudad creció. Esta iglesia es la antítesis de todos los grandes palacios de Dios que vimos. Mide no más de cuatro metros por cinco; hecha de mampostería, pero sumamente simple. Hasta su nombre se aleja de la norma e incluye al diablo. Bueno, exactamente, es la iglesia del Pobre Diablo, porque parece que fue construida por una familia más o menos humilde.