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Este crepúsculo, sufrimos, más que jamás antes, la esclavitud de no poder, en el Brasil, dormir donde nos plazca. Ahí mismo, en la zona de los pioneros, ya era hora para echar ancla, y nos hubiese gustado sobremanera quedarnos y empaparnos mejor del ambiente. Incluso, razonamos que gente dispuesta a cinchar tan duro no puede ser mala, más bien debe de ser de noble honradez. Pero no. Y fuimos en busca de otro sitio, un posto de abastecimiento, un posto de policía.

Posto de abastecimiento, durante mucho tiempo no hubo. Cuando hubo, había tal barullo que decidimos seguir. Posto de policía hubo, pero sin policías. Y así, sucesivamente hasta que tuvimos que viajar, en contra de nuestros principios, en oscuridad; de manera que, finalmente, fuimos a parar donde estamos ahora, a la entrada de Porto Velho mismo, en el empalme de la ruta que nos trajo de Cuiabá, y de la ruta que nos llevará - por lo menos esperamos con algo de aprensión que nos llevará - de aquí al norte para Manaos. Este Brasil es bastante irritante.

Quizás sea cautela innecesaria. Quizás sea todo histeria por parte de nuestros informantes. Es difícil creer que la endémica delincuencia indudable en ciertas ciudades litoreñas se extienda a lugares tan apartados. Habitualmente, lugares cuanto más apartados, más sanos son.

El estar estacionados en este empalme de rutas en ángulo recto, en la cabecera de esta ruta corriendo hacia el norte, hacia Manaos, nos hace pensar irremediablemente en cuando estábamos estacionados en un otro empalme en ángulo recto, en otra cabecera de una ruta un poco exótica corriendo hacia el norte, la ruta Dempster que nos había de llevar a Tuktoyaktuk y el océano Artico.

Hay, aquí, los habituales camiones, para pasar la noche.

Tres de ellos, tienen un cartel de destino de Roraima, más al norte todavía de Manaos. Fuimos a juntar datos sobre el tan controvertido e incierto estado de la carretera. Estos camioneros, será la primera vez que van a ir en largo tiempo, así que no saben, pero de lo que hablaron con otro camionero, que recién acaba de regresar, la carretera empieza bien y después se va poniendo de mal en peor hasta volverse sumamente mala, tan mala como para impedir tráfico nocturno.  Así que la cosa no se presenta muy bien.

Por otra parte, dijeron que se puede cubrir los 900 kilómetros en dos días. Así que, aun tomando en cuenta que, por lo que hemos visto, a los camioneros no les importa romper sus camiones, la cosa no puede ser tan mala. En definitiva, únicamente cuando habremos visto personalmente sabremos a ciencia cierta.

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