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Otro bemol es la miserable terminación, la deplorable terminación, más bien, dicho mejor todavía, la falta de terminación, de muchos de estos edificios de Brasília. Una obra de alta categoría requiere, a más de inspiración, también material y terminación de alta categoría. ¿Cómo sería un elegante vestido ideado por un alto modisto, hecho en tela fallada, desteñida, y con costuras, ojales y dobladillos sin terminar? Así son muchos de los afamados edificios de Brasília. Dos ejemplos más dolorosos son el Planetario y, a su lado, el Centro de Convenciones.

» Por otra parte, los espacios vacíos son realmente va-cí-os, nada de jardinería, nada de flores, de arbustos (bajos, para no cortar las agradables amplitudes), nada siquiera de césped, nada de juegos u ojos de agua - todo el agua que se ve en Brasília es en forma de cinturones alrededor de algunos de los edificios.

Así como vimos la aridez sobre centenares de kilómetros, así está en el propio centro de Brasília. Quizás sea mejor así, dándole a la ciudad un carácter más agreste, más recio.

» El gran lago que es parte integral de la forma de Brasília, es artificial; y muy astuto, formado por el embalsamiento de un río, y alimentado por cinco ríos convergentes. Por ello mismo es que tiene su interesante forma de media luna, con tres penínsulas simétricamente convergentes muy oportunas.

Qué responsabilidad y qué fascinación tiene que haber sido la elección del sitio de esta tercera capital de Brasil. Con, entre otras consideraciones, su altitud de unos 1.100 metros para temperar el calor baritropical.

» No se trata de quitar méritos a Brasília. Brasília es lo que es, y es bastante; es, incluso, la única ciudad que vimos cuyo centro se puede alcanzar directamente por un gran acceso limpio y cómodo, como siempre soñamos que existiera en alguna parte, sin el purgatorio de arrabales deprimidos y deprimentes. Pero Brasília no es lo que se dice que es.

Lo mejor que tiene Brasília es sus fotógrafos publicitarios, quienes supieron explotar la estética indudable de las formas, escamotear la deficiencia indudable de la ejecución, y hacer soñar millones con una realidad que no existe. Si se nos dice que Brasília es una ciudad artística en construcción, muy bien. Si se nos quiere hacer creer, que es todo lo que se intenta hacer, que es una joya acabada, no, señor.

Además, aun así, la ciudad da, más que una impresión de plenitud, una impresión de obligación; y de que se hizo lo mínimo posible para cumplir con dicha obligación - recurriendo para todo lo demás a los paralelepípedos más ininspirados e ininspiradores.

Está bien que, naturalmente, hace falta formas paralelepipédicas para contrastar y destacar las formas no convencionales, pero también en sólo una >>>>>>>>