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de candidatos políticos para las próximas elecciones brasileñas. Fue pura violencia física por medio de ondas sonoras, y totalmente improductiva porque no se comprendía nada.

Por otra parte, por lo que leímos en los diarios, los políticos, a más de recurrir a esta violencia acústica, también recurren a violencia manual, teniendo cada candidato su banda de zorros, de hasta 150 individuos, para dar zurras, según casos mencionados en los diarios, a simpatizantes de los otros candidatos.

Cuanto más viajamos, tanto más vemos la humanidad como es; en contraste con el reducido mundo que era el nuestro antes de esta Expedición; y en contraste con las lindas teorías demo-filosóficas que se nos hizo tragar para hacernos obedientes miembros del orden establecido. Cuanto más viajamos, tanto más la realidad nos convence de que no de democracia sino de demonicracia se trata.

¿Cómo se atreve un individuo usando semejantes salvajismos sonoros ofrecerse para la función altamente responsable de conducir un gobierno - que sea nacional o local?

Y la misma observación rige en un ambiente aparentemente tan diferente como Vespuccia, pero tan similar, donde los políticos arman verdaderos circos de payasos para ofrecer sus candidaturas.

En ambos casos, falta de respeto para con la función pública y para con el público electoral mismo.

¿Cómo se atreve la gente que no sabe manejar su propia vida - gente que, entre mil ejemplos, necesita rompemuelles en cada esquina - a pensar que tiene la capacidad de participar en un gobierno, aunque por la muy indirecta vía de elecciones sea?  ¿Qué capacidad tiene para saber qué candidato vale o no vale?

Y la misma observación rige en un ambiente tan diferente como Vespuccia, y sin embargo tan similar, porque allá, si no hay rompemuelles, hay en su vez, sin omitir una vez, carteles, stop, stop, stop, lo que, evidentemente, se encuentra a un nivel infinitamente más elevado que los rompemuelles, pero en definitiva es la misma substancia porque, en ambos casos, se trata de dirigir a un público que no tiene sesos o no sabe usarlos.

Si los directores de empresas comerciales fuesen elegidos como se eligen gobiernos, las empresas se hundirían en quiebra.

Recibimos el muy amable permiso de pernoctar en el patio de la dirección estatal de turismo.

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