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salvo por limitados accesos, y el 90/oo de las calles y avenidas no tiene nombre indicado; incluso, nos hemos encontrado en una bifurcación con dos mini-autopistas, de las cuales también hay, por lo menos estas dos, sin la sombra de indicación a dónde iban los dos ramales; y nadie a quién preguntar, porque no se puede preguntar a bólidos rugiendo a diestra y siniestra. Por ello, siempre sentimos que es más fácil conseguir ayuda en la Patagonia o en el Artico que en una ciudad o autopista; un loquerío.

Además, aun donde hay gente, y aunque la gente tuviera la inteligencia - que no tiene, aquí y en muchos lugares de América - para dar indicaciones concisas y claras, el enredo de estas calles hace cualquier explicación verbal prácticamente imposible.

Finalmente, recurrimos al simple expediente, y que es la única manera viable de moverse en Salvador, de hacernos guiar por un taxi precediendo nuestro vehículo. Varias veces, siguiendo nuestras estrellas guiadoras, y luchando para no perderlas en el tráfico, doblamos por rincones y nos metimos en callejuelas donde apenas cabíamos, donde nunca se nos hubiese ocurrido meternos, y nunca nos hubiésemos metido, sin la confianza, relativa, dada por los taxis.

La gran extensión de este laberinto con callejuelas angostas, torcidas, mal empedradas, por entre vetustas casas de un piso o dos, sigue haciéndonos presente que, más fundamentalmente que en Salvador, estamos en Bahia, que es el nombre antiguo, tradicional e histórico de este Salvador de moderna acuñación que figura en los mapas; que estamos en Bahia - una ciudad grande, importante, ya en la época colonial; que estamos en la primera capital de la colonia brasileña; que lo fue durante más de 200 años, ya desde 1549, bien antes de que Rio de Janeiro se volviese la segunda capital, en 1762.

Ahora, nos queda por conocer la tercera capital de Brasil, Brasília.

Quizás las relaciones entre Bahia, capital, y Rio de Janeiro, capital, no siempre fueron muy límpidas, ya que hubo momentos cuando ambas ciudades fueron capitales, respectivamente de las partes septentrional y meridional de la colonia, al mismo tiempo; y, por lo tanto, competidoras, si no antagonistas.

Es que había motivos de diferencias y, por lo tanto, de posible enajenamiento, entre el norte y el sur de la colonia, cuando la colonia era todavía solamente la banda costera.

La gente rica, del sur de Portugal, tendía a establecerse en el norte de la costa brasileña; la gente más pobre, del norte de Portugal, tendía a establecerse en el sur de la costa brasileña. Por una parte, fue la gente rica del norte de la costa brasileña que dio al Brasil de entonces su primera fuente de riqueza: plantaciones de caña de azúcar. Por otra parte, fue la gente más pobre del sur de la costa brasileña que dio al Brasil la mayor parte >>>>>>>>