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qué recurso habría contra esos idiotas. Además, no es ésta una manera de educar al público. Con este sistema, los artistas del volante no corren, por imposibilidad, no porque van aprendiendo cordura y disciplina; de suerte que nunca se los podrá dejar manejar cuerdamente por cuenta propia. Por colmo, en un pueblo, un vigilante que regulaba el tráfico en el medio de un campo de rompe-elásticos nos hacía ademanes frenéticos de apurar la marcha. En vez de apurar la marcha, cuando llegamos a su altura, nos detuvimos y, sin la menor consideración por su uniforme, le dijimos sus cuatro verdades sin elegir palabras.

¿Anotamos ya en alguna parte que, ni nos acordamos cuándo y dónde, se nos ocurrió cruzar estos rompemuelles - siempre que los hayamos detectado a tiempo - con un mínimo de agravio a nuestro coche y a nuestra dignidad, e incluso con una dosis de satisfacción por desbaratar tan ofensiva imposición, cruzándolos al sesgo, de manera que las cuatro ruedas se ríen de la lomada, rueda por rueda, y la lomada nada puede contra la astucia. Y realmente nos sorprende que nunca hayamos visto a alguien acogerse a la misma evasiva, siempre enfrentando el rompemuelle de la peor manera posible, con dos ruedas a la vez. No entendemos.

Acabamos de ver algo curioso a punto de ser desconcertante: una iglesia con su campanario en estilo de pagoda; sí, pero, en este caso, no colonial, todo, recién construido, apenas terminado, y con las cuatro típicas tejas esquineras salientes encorvadas hacia arriba producidas en el mismo material y por la misma fábrica que todas las demás tejas. Así que, hasta hoy mismo, se van produciendo influencias asiáticas por acá; y se van produciendo por mayor ya que se supone que una fábrica no va a hacer un molde para producir media docena de tejas puntiagudas encorvadas.

Esta suposición acaba de tornarse certeza comprobada por más tejas encorvadas "a la pagoda" adornando el techo de una vivienda particular. Muy curioso. ¿Será que realmente hasta hoy va sobreviviendo activamente la influencia asiática traída por los Portugueses a América?

También vimos y, lo que es mejor, escuchamos, un grupo de paisanos haciendo música debajo de un árbol - con una guitarra, un conjunto asombroso de bombos, seguramente cada uno de éstos, una pieza única hecha de cualquier caja que se pudo encontrar en la casa, y con sus voces raucas - con todo su rusticismo, una encantadora expresión de sinceridad e ingenio humanos. Qué arte, en comparación con el atraso mental de la música a latigazos electrónicos.

Vamos a pernoctar en una confortable cantera frente a un posto de servicio del tipo ya descrito, del otro lado de la carretera.

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