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Las piedras que no son utilizables en joyería, se las utiliza en la producción de estatuitas de la más variada temática, aprovechando los varios volúmenes y los contrastes de colores de las varias piedras - a veces, muy lindas creaciones; o son vendidas tal cual, generalmente en forma de pedazos de geodas.

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Las piedras juzgadas dignas de llevar el nombre y la fama de la empresa van al taller de los lapidarios.

Es que todas las virtudes que una piedra pueda tener son de poco efecto si no se las destaca por el versátil y a veces complejo y exigente arte lapidario - desde la simplicidad de forma de una gota de agua descansando en una superficie plana horizontal hasta la complejidad de 60 facetas, o más, en una sola piedra; complejidad ilustrada por las 58 facetas de un estilo de tallar diamantes; de las 58 facetas,

                     8 son pentagonales
                     8 son tetragonales
                    16 son triangulares, de un tipo 
                    24 son triangulares, de otro tipo
                     1 es octogonal, de un tipo
                     1 es octogonal, de otro tipo
                    58

Y todo ello, con una precisión que no perdona. Las ondas luminosas tienen que, entrar por ciertas facetas, rebotar de ciertas facetas a ciertas facetas, y salir por ciertas facetas, con la precisión de rebote de las bolas en un juego de billar.

Y ello se refiere a una piedra que, por su forma, permite un tallado simétrico con un simple ecuador circular. En gemas que, por su forma, requieren un ecuador no circular, la complejidad es mucho mayor porque, si bien la cantidad de facetas es la misma, hay una mayor variedad de tipos dentro de cada forma geométrica.

Los lapidarios estudian detenidamente cada piedra, literalmente desde todos los ángulos, para decidir cómo cortarla para eliminar las imperfecciones, aprovechando, sin embargo, el mayor tamaño posible o cualquier otra particularidad que pueda existir.

La duración del tallado de una piedra es totalmente variable; puede llevar de dos horas a dos meses. Frecuentemente, más de dos días. Hay casos cuando lleva seis meses.

El pulido de las piedras, con frecuencia se hace no a la vista sino por oído. El técnico sabe qué hacer por el ruido que produce el roce de la piedra con el disco pulidor giratorio.

Si bien el lapidario es el juez casi supremo de cómo aprovechar mejor una piedra, a veces puede ocurrir que, después del tallado, alguna piedra parezca, durante el control de calidad, no bastante bien aprovechada y se la manda de vuelta al lapidario.