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de litro, o quizás un litro, y empezó a perder aceite por donde antes no perdía. Un misterio. Eventualmente, las pérdidas disminuyeron; y desaparecieron al poco tiempo después de recobrar el aceite en el motor su nivel normal. Y esta mañana, cuando agregamos una lata (argentina) de un litro, el nivel subió no más de quizás 1/2 o 3/4 de litro. Ahí está el misterio solucionado: otro caso, probablemente, de más-o-menosismo argentino, con latas conteniendo, a veces menos, a veces más, de la medida correcta.

Por otra parte, seguimos cuidando la dieta del coche. En un tanque medio lleno de nafta-alconafta, echamos 20 litros de nafta pura de nuestra reserva y 55 litros de alconafta, aumentando así la proporción de alconafta en la dieta.

Tenemos más nafta pura de reserva, pero probablemente, la próxima vez, echaremos gasolina brasileña, o sea alconafta, sin más miramientos. Por ahora, todo funciona bien, y si la cosa tiene que reventar - Dios no quiera - que ocurra en São Paulo o, a lo más tardar, en Rio de Janeiro, y no en alguna parte perdida del interior.

Por otra parte, hablando de alconafta, nos enteramos de que su alcohol, aunque finalmente no perjudique la integridad del aparato digestivo de nuestro vehículo, inevitablemente nos presentará un bemol porque rinde solamente dos kilómetros cuando igual volumen de nafta rendiría tres kilómetros, de manera que nos será físicamente imposible tener el mismo alcance sin reabastecimiento que teníamos hasta ahora porque sería imposible llevar más litros, o sea peso y volumen, de combustible que lo que llevamos. Muy menor problema, de todos modos, comparado con la aprensión, todavía plenamente justificada, por un colapso de la bomba, y peor, del carburador.

No sabemos a qué distancia de São Paulo nos encontramos porque los carteles no la indican; pero, sin duda, debe de faltar menos porque ya apareció la contaminación; según nuestros cálculos, a unos 20 kilómetros de la ciudad.

\SP/ Efectivamente, al poco rato, después de una curva, estamos divisando, en >>>> la lejanía, los rascanubes que, aquí, como en todas partes, sirven de contaminómetros.

¿Quién nos manda meternos en eso? ¿Dónde está el Altiplano, dónde está la Patagonia?  ¿Debe ser eso el precio del ingenio humano?

Terminó el día.

Fue un día como todos los primeros días en una ciudad nueva; y peor, en este caso, por ser una ciudad grande por colmo, y por ser una ciudad con muchos defectos por supercolmo.  He aquí las impresiones.