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tendremos una ruta alternativa, a lo largo de la costa del Atlántico. Mientras tanto, la cosa sigue rugiendo allá afuera, de manera muy inhumana.

Vamos a ver si podemos dormir.

No. Estaba escrito que la anotación anterior no sería la última del día; y de repente, en menos de un segundo, sabemos qué será nuestra primera prioridad en São Paulo, de la cual no teníamos la menor noción hasta hace un segundo.

Mientras nos sumíamos, a pesar de los rugidos de fondo, en un sueño bien merecido, fuimos sobresaltados por un milisegundo de ruido seco y sordo, en alguna pieza metálica gruesa del sotocoche y por un cedimiento del coche ¿quién podría decir cuántos milímetros o centímetros? hacia abajo.

En un, dos, tres - uno, para saltar del coche, dos, para dar la vuelta con linterna, y tres, para detectar la causa del misterio - supimos que habíamos logrado establecer probablemente una exclusividad, o por lo menos, sin duda, una rareza, en los anales del automovilismo, a saber, romper un elástico en un coche estacionado ya varias horas. Sin embargo, ahí está, lo podemos ver, tocar, es una tangible realidad que nos costará, otra vez, tiempo, dinero y el esfuerzo de encontrar un taller responsable.

¿Se podrá ir a dormir ahora?

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Esta mañana, durante el desayuno, escuchamos por radio comentarios de medida para prepararnos para nuestra visita de Rio de Janeiro; sobre la catastrófica situación de robos violentos, a mano armada, en pleno día, en pleno centro; sobre la inhabilidad o la pasividad de la policía frente a dicha plaga; y sobre la conveniencia de intervención del gobierno federal.

Empezamos a considerar que Rio de Janeiro no es el principio, o fin, o centro, del mundo, y que podríamos muy bien eliminarlo de nuestro recorrido, o por lo menos, como hicimos en ciertas ciudades vespuccianas, limitarlo a un cruce de un día salvo que otras consideraciones - como ser la necesidad de hacer revelar las fotografías que ya tanto tiempo esperan con todo lo acumulado desde Santiago de Chile, si es que no las podamos hacer revelar en São Paulo - nos obligaren a afrontar el peligro.

Esta mañana también, culminó el misterio del aceite de motor, que nos aquejaba desde el último cambio, en la Argentina.

Resulta que cuando, entonces, se echó al motor las cinco latas habituales - lo que, ya en cambios anteriores con aceite argentino, había dado, como era normal, la medida exacta - el motor se encontró inundado con un exceso de 3/4  >>>>>>>>