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Estamos en nuestro segundo día de vuelta hacia el sur.

La criotura mínima, esta mañana, fue de -33 grados. Está nublado. Hay un viento bastante fuerte que nos viene de frente o de costado según se tuerce la carretera. El viento desplaza polvo de nieve a ras de tierra, haciendo visible, por el movimiento de las volutas de nieve, lo que deben de ser las ondas ...

... lo que deben de ser las ondas del desplazamiento del aire. En el medio de la frase anterior, nos paramos abruptamente por haber divisado dos animales, quizás dos caribúes, pero en dos saltos se escondieron entre los árboles, y no pudimos observarlos. Aprovechamos la parada para medir el viento con nuestro anemómetro, y oscila entre veinte y treinta kilómetros por hora.

Hablando de caribú, una cosa que tratamos repetidas veces en Chisasibi fue conseguir un pedazo de carne de caribú. Esta zona es bastante septentrional para ser zona de caribú; más al sur, no los hay. Pero, una y otra vez, nos encontramos con una negativa, enterándonos eventualmente que la negativa se debía a la desconfianza que la gente tenía de nosotros porque, por ley, está prohibido que los paraborígenes vendan carne de caribú a Blancos. Empero, después de haber ya abandonado la esperanza, y en el momento mismo de salir del pueblo para el regreso, conocimos a otro maestro de la escuela, éste, el francófono - el primer maestro había sido el anglófono; y por intermedio del nuevo, el francófono, logramos en veinte minutos lo que no habíamos podido lograr en veinticuatro horas: conseguimos que no una sino dos mujeres ininivuks, por separado, nos regalaran un pedazo de caribú, y nosotros les regalamos unos billetes de banco; eso no fue una compra, eso fue un intercambio de regalos.

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Pasamos la noche, ya en el campamento de vialidad donde nos esperan nuestros pertrechos del porta-equipaje. Queríamos cargar éstos hoy y viajar mañana; pero, con una exactitud admirable, en el mismo momento cuando íbamos a empezar, también empezó a nevar; así que desde ya, no se pudo cargar, y mañana no podremos salir.  Quizás mañana podamos cargar, y salir pasado mañana.

A la postre, no todo fue para mal, muy al contrario. Aquel inesperado cambio de programa tuvo un inesperado desenlace. Hablando con uno de los policías de aquí del tiempo y del pronóstico, le salimos con la pregunta de si sabía dónde se podría conseguir un pedazo de carne de castor - tenemos que aclarar al respecto que, anoche, comimos parte de la carne de caribú conseguida no por compra sino por trueque en Chisasibi; y que nos encontramos con una carne muy rica, muy tierna, como el mejor pedazo de vacuno argentino, y ahí estaba lo malo si se quiere, que era perfectamente tipo vacuno, lo que, para nosotros, >>>>>>>>