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Que las fotografías lograrán reflejar la realidad, es seguro que no, porque todavía no existen fotografías con viento desde abajo, fragor y llovizna; lo mismo que no logran reflejar la selva, según nos dimos cuenta, porque no existen todavía fotografías con humedad, ruidos de misteriosos orígenes, incertidumbre. Uno se pregunta por qué trató de tomar fotografías prácticamente prohibidas de la Entrada al Infierno.

De todos modos, así se nos fue el día, y mañana será hacia el lado brasileño.

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Esta mañana, el proyecto era salir tempranito hacia el lado brasileño de las cataratas, así que, a las 5, dos horas antes del amanecer, ya estábamos en pie; empero, cuando amaneció, tan gloriosa era la luz, tan inmaculado el cielo, tan confortable el aire, que no pudimos resistir darnos el gusto de una última rápida corridita. No fue tan rápida - como teníamos que haber sabido de antemano - pero no fue en vano. Nuestra capacidad de percepción, ya liberada de la sobrecarga de los primeros días, pudo abrirse más conscientemente a detalles, ya vistos anteriormente pero no debidamente apreciados.

Por ejemplo, que los arcos iris en las cataratas no son del tipo estático, inmanejable, de los arcos iris en el cielo, los que no pueden cambiarse o ser cambiados, que sólo son o no son.

( Estos arcos iris, acá, tienen vida, movimiento, cambiabilidad, como el más vivaracho ser viviente; cambian de largo, de curva, de orientación, incluso vimos un increíble arco iris contra el sentido mismo de la palabra, ¡recto!, una "recta iris", a lo largo de una caída de agua.

( Y son manejables, uno los puede hacer aparecer, desaparecer, cambiar; uno puede crear varias calidades de arco iris, y volver a la mejor calidad para mirarla más tiempo.

( También, ciertos de estos arcos iris lo siguen a uno, unos metros, a veces diez metros; si uno para, también paran ellos, si uno sigue, finalmente desaparecen; sin olvidar las cabelleras iris ya mencionadas.

Por ejemplo, que el retumbe de las aguas, aparentemente invariablemente ensordecedor, tiene sus sutiles variaciones locales.

Sí, la Garganta del Diablo o el Portón del Infierno, como se quiera, por sí sólo, y sin lo demás, es impresionante; las varias secciones de todo lo demás, sin la Garganta o el Portón, son maravillosas; y el conjunto es una impresionante maravilla.

Después de pasar por el pueblo de Puerto Iguazú para rellenar la pulpería que se había quedado en cero, salimos, por séptima, y última, vez de la Argentina, >>>>>>>>