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~• Y, aunque sorprenda un poco al principio - pero luego aprendimos que no es para sorprenderse - no faltan anemómetros para la medición del viento, o mejor dicho de corrientes de aire íntimamente ligadas con las corrientes de agua, sin las cuales, aprendimos, las corrientes de agua destruirían, en poco tiempo, todo en su contacto, que sea hormigón o metal, que sea la estructura o su equipamiento mecánico.
~• Todo lo que no impide que se utilice con mucho éxito el simple expediente de sembrar las aguas con papel finamente picado y de fotografiar en secuencia los movimientos de las corrientes y de los remolinos así visibilizados.

Este modelo a escala, y funcionando, sirvió para analizar anticipadamente el funcionamiento - mejor sería decir el comportamiento - de la obra, porque, según aprendimos, tales obras tienen sus caprichos científicamente imprevisibles, para tratar de detectar defectos y caprichos del proyecto antes de pasar del papel al hormigón y acero.

Es que, al contrario de lo que se podría suponer, para construir Itaipú, la mayor de todas las represas hidroelectrógenas, no era suficiente aplicar la tecnología ya acumulada en las muchas represas grandes ya existentes, y sólo multiplicar los factores por un coeficiente X para alcanzar las dimensiones y el rendimiento propuestos; hubo que experimentar, experimentar mucho, con muchas cosas.

Uno de los peores problemas en hidráulica - por ser inconsistente, por no presentarse siempre idénticamente en condiciones idénticas, y, por lo tanto, de difícil solución segura - es la cavitación, que es la formación de burbujas en agua corriente bajo presión, formación en función de diferencias de presión entre varios puntos del recorrido, y en función del roce del agua contra el material encauzándola, esta última función, a su vez, función de la velocidad y del peso del agua.

Lo curioso es que dichas burbujas no son arrastradas por la corriente hasta evacuarlas, ni se pueden elevar a ninguna parte como en una ebullición, no explotan, sino que implotan, con la descarga de fuertes energías destructivas torciendo paletas de las turbinas y desintegrando poco a poco cualquier cosa en contacto con el agua, hormigón o acero.

Según nos explicó el ingeniero, durante los experimentos, cuando corre agua sin problemas, se escucha sólo su flujo natural por la tubería, pero cuando se forman e implotan las nubes de burbujas, parece como si fuera un alud de piedras dentro de la tubería.

La dificultad es, como ya dicho, que, durante los ensayos para tratar de corregir este problema, toda la complejidad de condiciones reproducida idénticamente una y otra vez no crea necesariamente un idéntico comportamiento de las burbujas, por lo que no es posible encontrar una solución racional y repetible a un fenómeno que, por ahora, escapa al raciocinio.  Y cuando se >>>>>>>>