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Sí, hidro-electrógena y no hidro-eléctrica, porque la estructura de la palabra "hidroeléctrica" da igual función al agua y a la electricidad; como sería, por ejemplo, un molino hidroeléctrico, con fuerza motriz ya sea por agua o por electricidad, según las circunstancias; mientras que a nosotros, en este caso, no nos interesa expresar un paralelismo de función sino la génesis de una  cosa por la otra, de electricidad por agua - en una central, por ende, hidroelectrógena.

Recién, la ruta pasó a lo largo de una guarnición militar. Como ya ocurrió en otros tales sitios, la guarnición no es un puesto de control caminero, sino que solamente se encuentra a un costado del camino; sin embargo, hubo aquí también, como en los otros sitios, un cartel imperativo de 20 kilómetros por hora, máxima.

Ahora bien. En una guarnición anterior ocurrió que reducimos la velocidad pero no completamente a los 20 kilómetros rituales, por lo que nos detuvieron y un soldadito de aquellos de quince años empezó a tirarnos la bronca con el fusil en la mano - todos los centinelas en el Paraguay tienen el fusil en la mano - en puro guaraní, y cuando Karel le contestó en puro castellano que no entendía lo que él decía, nos hizo un ademán muy poco amistoso de seguir adelante. Así que, esta vez, nos divertimos a pasar re-al-men-te a 20 estúpidos kilómetros por hora. Una velocidad que probablemente el odómetro ni siquiera puede registrar correctamente.

Hay, sin duda, una gran presencia militar en todo el Paraguay, tanto en la capital como en el interior. Parecería que la mitad de la población está en armas o, caso contrario, que los que están en armas están permanentemente desplegados a la vista, todos ellos, para impresionar al público.

Estamos a unos 200 kilómetros de Itaipú y de las grandes cataratas del Iguazú, o sea, de cemento y de turistas.

Justamente, aquí hay un muy acogedor bosque parquizado, o sea limpiado de su sotobosque, probablemente nuestro último refugio antes de aquello. Aquí, nos quedaremos lo que resta del día.

Así hicimos en este ambiente atractivo.

Alrededor de nosotros pasearon grupos de cebúes que, en este bosque, más que en los pastajes, dan la impresión de animales indomesticados, para no decir prehistóricos.

Un par de cotorras nos dio la explicación de túneles cavados en termiteros como ya habíamos visto en varias oportunidades anteriores: aquí, en la horqueta formada por dos gruesas ramas de un árbol cercano, hay un gran nido, de barro naturalmente, de termitas; en realidad, parece que todo el tronco del árbol, medio esponjoso, es un nido de termitas; varias veces, vimos llegar las dos cotorras, una, aparentemente haciendo de campana - o, de todos modos, >>>>>>>>