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Estamos viajando hacia nuestra primera meta de hoy, el pueblo de Piribebuy, por un camino segundario pero asfaltado, por entre vegetación, a la vez, de antes, bosques de palmeras, y de hoy y de mañana, plantaciones de caña de azúcar - no necesariamente para azúcar sino, muy posiblemente, para alcohol como carburante de coches, ya que hay, en el Paraguay, coches que funcionan con alcohol sólo.

Vamos a Piribebuy, como al símbolo del apego a muerte de los Paraguayos a su patria. Piribebuy es el sitio de una de las grandes batallas de la guerra durante la cual pequeño Paraguay midió sus fuerzas contra la Triple Alianza de Brasil, Argentina y Uruguay combinados, y ello durante cinco ¡cinco! años, hasta cuando la guerra terminó en 1870, por la simple razón de que todos los Paraguayos, incluyendo el presidente a la sazón, mariscal Francisco Solano López, y muchos niños - o sea todos, salvo 250.000 mujeres y niños, y 28.000 hombres - yacían muertos en defensa de su patria.

En Piribebuy, aprendimos que, hasta hace cuatro o cinco décadas, se veía todavía restos de las trincheras; y que, después de grandes lluvias, aparecían, por la erosión, lanzas y balas. Pero, hoy, queda tan sólo el recuerdo.

Y ahora, hacia nuestra próxima meta, más bien una encrucijada, el cruce donde se puede desviar, a la izquierda, hacia el cerro Guazú, y a la derecha, hacia el cerro Polilla.

La topografía sigue consistentemente tan ondulada, hasta serrana, como cuando nos sorprendió antes de Asunción.

En cuanto a clima, tendremos que concluir que Asunción debe de ser el peor lugar de Paraguay porque, desde que salimos de la ciudad, desde anoche mismo, salvo que sea una coincidencia, el ambiente, si bien cálido, es mucho más llevadero - así como lo era en el Chaco.

Ya está, no más dudas, no más cavilaciones, doblamos a la derecha, hacia el pueblo de Villarrica, que es el más cercano al cerro Polilla y sus inscripciones vikingas y vikingoides. Hay que ver si logramos conseguir la información para llegar, y si logramos llegar, al sitio exacto. De poco sirve hablar de una roca a unos 12 kilómetros a vuelo de pájaro del pueblo cuando nadie sabe si es a 25 kilómetros ó 30 ó 40 a reptar de vehículo.

Villarrica no es un pueblo, es una ciudad, lo que nos hizo temer por la obtención de la información, en el anonimato habitual de ciudades. Pero no, fue fácil, y allá vamos.

La trocha permite avanzar a lentitud entre paso de tortuga y paso de caracol, pero, según normas a las cuales nos acostumbramos en esta Expedición, es una trocha buena, porque es pasable, y pasar ya es bueno, no importa cómo. Sólo lo impasable empieza a ser malo.