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 F casas, más bien escondidas en la vegetación de sus grandes terrenos pero - por lo visible - inostentativamente amplias y bien cuidadas.

Vimos otro cartel de direcciones, hacia Karlsruhe, Lichfelde, Shönehau, y otros.

Por el escasísimo tráfico visible, nos sorprendió un cartel en una entrada para vehículos "Fahrbahn frei lassen". Quizás más por gusto que por necesidad.

Como hoy es domingo y todo está religiosamente (en el sentido literal de la palabra) cerrado, nos vamos a quedar estacionados por el resto del día, atendiendo los quehaceres de siempre.

Al anochecer, nos encontramos un íntimo lugarcito al final de una calle, con unas vacas Holstein de alta categoría, como vecinas.  Aquí pernoctaremos.

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Esta mañana, amanecimos con otra bajada de la ambitura en este Chaco baritropical, con una mínima nocturna de 6 grados. ¿Quién se lo hubiera imaginado?

Nos pasamos el día investigando la substancia debajo de la apariencia de Filadelfia.

Por una parte, hablamos, varias horas, con el encargado de la radioemisora, y varias horas con el encargado de la biblioteca y librería; "encargados", claro, porque, para anticipar algo de lo que aprendimos, aquí, nada pertenece a nadie sino a la cooperativa colectiva.

Por ejemplo, la radioemisora pertenece a la colectividad mennonita, y su autoridad máxima es sólo un gerente delegado por la colectividad. La biblioteca y librería, asimismo.

Por ejemplo, cada familia tiene posesión y usufructo inamovibles de su casa, jardín y tierras; incluso tuvo que comprarlas y pagarlas; pero las pagó a la cooperativa que es el dueño original, básico y final, de todas las tierras mennonitas, y la familia no tiene un título a su libre disposición sino un título coparticipado por la cooperativa, vale decir que, si bien puede vender, y cobrar el precio que pueda obtener, no puede efectuar la operación sin la firma de la cooperativa como aprobación, por parte de la cooperativa, del nuevo comprador de la propiedad.

Por otra parte, seguimos acumulando impresiones suscitadas por la radioemisora; ya que, sin duda jamás, y con menos duda todavía ahora, programas radiofónicos son el reflejo de un pueblo.