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Que no sean obvios, no quiere decir que no existan más:

- Aquellas casas en hileras, con sus puertas y ventanas todas iguales y todas > equidistantes, son casas de indígenas [entiéndase paraborígenes de entonces] >>reaprovechadas, renovadas, revocadas, para uso de los vecinos de hoy.

Y el cura párroco de la pequeña iglesia - que no puede ser de la misión, de cuatro paredes lisas sin pretensiones y sin posibilidades, de hoy - nos llevó a su tesoro secreto, a un pequeño edificio que se podría llamar falluto porque tiene doble faz: de afuera, parece una casita cualquiera limpiamente revocada de blanco; ah, pero por dentro está la sorpresa: las mismas paredes, innocuamente blanqueadas por afuera, resultan ser las auténticas y originales paredes de una capilla de la misión, todas cubiertas de murales - por lo menos de lo que se pudo salvar de los murales al despejarlos de una capa de cal con la cual algún idiota los había pintado.

También se guarda, en este recinto muy bien disfrazado, algunas esculturas salvadas de lo que era la misión, especialmente una Anunciación - compuesta en realidad de tres esculturas, la Virgen, el Angel y la Paloma - de buen interés intrínseco y sorprendente en estas partes, máxime que el material empleado, la madera, permitió un tallado bastante elaborado, en contraste con las estatuas de piedra de la misión de la Santísima Trinidad.



Las estatuas

Y en esto está el detalle: mientras que, en Trinidad, todo se hizo con piedras, salvo unos contados maderos, que todavía hoy se ve quemados; aquí, en Santa Rosa, mucho se hizo de barro y madera, lo que explica que la iglesia se haya quemado.

Finalmente, como símbolo de los cambios de los tiempos, un altar lateral salvado de la misión sirve, hoy, de altar mayor de la pequeña iglesia de paredes lisas de hoy. Este altar presenta un detalle que nadie sabe explicar: uno de sus dos ángeles está pintado de negro; sugerimos que quizás es el diablo, ya que sabido es que el diablo es un ángel caído; pero parece que no, se nos objetó, porque, en los conceptos guaraníes, el diablo es en realidad la diabla, de modo que no puede ser esta explicación la explicación del color negro del ángel.

Así que no encontramos lo que pensábamos encontrar; pero encontramos algo mucho más recordable: un pueblo que, a primera vista, parece como cualquier otro pueblo, pero que creció de los fósiles de una misión jesuítica.

Aquí mismo, en esta plaza central de misión o plaza central del pueblo, como se quiera, pernoctaremos.

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