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 A nosotros, también nos interesó sobremanera algo para lo cual habíamos recibido una preparación - sin darnos cuenta nosotros - con los pedazos de corazas de gliptodontes en el museo de Mercedes: una nutrida cantidad de corazas enteras, o casi enteras, de gliptodontes y de otros armadillos desmesurados, incluyendo la secuencia flexible de anillos acorazados, cada vez menores, de la cola, con el mazo caudal final, a veces asombrosamente provisto de bélicos punzones a la manera de, pero mejor que, los rompecabezas militares de los ejércitos humanos de antaño - o de hace poquito, dentro de la escala geológica.

También vimos temas cuyo catalogado dentro de las ciencias "naturales" no entendemos, pero que suscitaron grandemente nuestro interés:

- unas piezas y fotografías de arqueología mexicana, más exactamente maya, indiscernibles en su vergonzosa penumbra, pero que despertaron en nosotros la expectativa de las delicias que nos esperan en Guatemala y Yucatán, si es que jamás llegamos allí;

- una momia egipcia toda envuelta en sus vendas en su sarcófago abierto, destacando, por su bulto de muerte anónima, toda la vida, la expresión, a veces teatral, acaso el drama, de las momias suramericanas vistas por nosotros.

Una muestra dedicada a la idiotez de presentar como lobos marinos lo que cualquiera que tiene ojos y sesos no puede aceptar como lobos sino como leones, hizo retroceder nuestra memoria instantáneamente a los múltiples intereses de nuestra visita a la península Valdés.

Hay, en La Plata, un museo cuyo tema oficial es la dactiloscopia, pero cuyo tema verdadero parece ser la ineptitud, desidia e irresponsabilidad de la burocracia que tendría que ser competente en el caso.

De varias fuentes impresas, teníamos la dirección de dicho museo y la aclaración de que está abierto sólo durante el año escolar. Nos presentamos en la dicha dirección, y nos pareció razonable porque es el edificio de una universidad. Pero, dentro del edificio, de piso en piso, de oficina en oficina, nadie nunca había escuchado hablar de tal museo. Con buena voluntad, la gente inquirió por un lado, por el otro, miró en la guía telefónica, pero rastro de huellas dactilares, ni uno. Nos aconsejaron que, tal vez, en la dirección de turismo u otra oficina provincial ...

En una tal oficina, nos aseguraron que el museo estaba en la dirección adonde habíamos ido, y nosotros les aseguramos, con la prueba de nuestra experiencia, que no estaba; finalmente, alguien se decidió a llamar directamente a la policía provincial. Bueno, entre una y otra cosa, nos tardó cincuenta minutos completos para enterarnos de que el tal museo no está en la dirección dada en los varios medios impresos, que está, en realidad, muy fuera de la ciudad, y que, en otra realidad, no está abierto para visitas.