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querosén, que también estaba en el porta-equipaje, pasarlo a envases más chicos y ponerlo dentro del vehículo.  Así que, esperemos que, mañana, será.

Hablando de pronóstico, aquí, donde - más que en cualquier otro lugar - la actividad y hasta la vida misma dependen del tiempo y del pronóstico, no hay pronósticos disponibles como en las ciudades donde, con prender la radio, uno siempre se entera del futuro meteorológico.

Aquí, para empezar, ni siquiera hay transmisiones radiales; las únicas emisiones de radio que llegan hasta aquí son las de ondas cortas, y éstas, naturalmente, están demasiado ocupadas con asuntos, como la gran guerra ideológica procurando acopiar partidarios políticos, o como las múltiples cruzadas procurando cosechar almas a salvar - y sus contribuciones, claro que financieras, también - o como las exaltaciones y ostentaciones por cada país de sus propias glorias y virtudes ante todos los demás países del planeta, para preocuparse, esas ondas cortas, con el tiempo de mañana en este pequeño lugarcito de la Tierra.

La única excepción que detectamos hasta ahora es una emisora en ondas cortas desde Frobisher Bay, mucho más al norte, en la isla de Baffin - emisora sin intenciones, aun siendo de ondas cortas, de infiltración mundial, con el sólo propósito de servir la comunidad ártica canadiense; emisora por la cual nos enteramos, una vez, del pronóstico - si bien no específico para esta región sino en vista general para todo el Artico.  Una fuente muy poco eficaz.

Así que aquí, para enterarse del pronóstico, hay que encontrar un teléfono y llamar directamente a la oficina meteorológica; eso sí, la llamada es gratis y, en la otra punta de la línea, no contesta una grabación sino una persona de carne y hueso a la cual uno le puede inclusive hacer preguntas. Naturalmente, la dificultad es el teléfono, mejor dicho la falta de teléfono.

Como punto final a las recepciones radiales en esta zona, recepciones radiofónicas normales pues no hay, pero el ápice de la cultura moderna no falta: televisión a color hay en todos los rincones, hasta en la sala pública del campamento.

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Hoy - que es el mañana final de ayer y de anteayer - sí, estamos en camino hacia el norte.

Día hermoso. Veinticinco grados bajo cero. No hay viento. Está soleado. La carretera tiene el hielo cubierto por una pequeña capa de la nieve de ayer. Nuestro vehículo, sin su carga del techo, sólo con la carga de adentro, se porta muy bien y como si fuera otro vehículo por completo.