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la vuelta por la costa Pacífica, y no ver el Brasil en esta Expedición.

Estamos en la aduana argentina para salir del país. Hace una hora que estamos aquí, y esperando, esperando. Creíamos que teníamos un problema por lo de la alconafta en Entre Ríos y luego en Brasil, pero ahora tenemos otro problema, de otro tamaño.

El peligro, en el peor de los casos, de perder nuestro coche a manos de la burrocracia. Resulta que el trámite iba bien, el oficial ya había sellado incluso los documentos del coche, cuando su mano con el sello se quedó en el aire: vio que, si bien nosotros salíamos dentro del plazo que se nos había otorgado, el documento que garantiza la salida se había vencido durante nuestra estadía en la Argentina - y el que tengamos otro documento igual, que le sigue en fecha y, por lo tanto en validez, según él, no cambia nada a la situación. Una situación, según él, sin solución, porque no se puede dar salida a un documento vencido y no se puede traspasar de un documento al otro. Unica solución, según él, decomisar el coche y pasar los trámites a la cabecera de la aduana nacional en Buenos Aires. Y el Jefe del puesto aduanero no está. Como primera medida, lo llamaron por teléfono, y es su llegada que estamos esperando ahora.

Negra espera, muy negra.

Esperando, esperando. Y esperando en el otro sentido de la palabra. Por la duda, le pedimos al oficial que le agregara al documento una reseña que tenemos sobre los alcances de nuestra Expedición.

Ya está.  Llegó el Jefe.

La situación tuvo su desenlace. El Jefe fue a su oficina, un minuto más tarde salió, con nuestro documento en la mano, hacia nosotros, nosotros, preparados a cualquier cosa, y para nuestros totales asombro, incredulidad y alivio, sin una palabra de argumentación, nos entregó el documento diciendo que estaba todo solucionado y que nos fuéramos.

¿Cómo se solucionó tan instantáneamente una situación aparentemente tan insoluble? Nunca sabremos, porque nos pareció más importante aprovechar nuestra libertad de movimiento que hacer preguntas. Nunca sabremos si fue burrocracia por parte del oficial de turno o magnanimidad por parte del Jefe.

Fueron momentos bien negros, si bien nunca quisimos creer, lo mismo que con el vuelco en Yukon y con el diferencial roto en Bariloche, que realmente podría llegar a lo peor.

Y sí, estamos en el Uruguay.

El río Uruguay, que hace de frontera, antes de desembocar, él también, en el estuario de la Plata, justo donde desemboca el Paraná, visto desde las alturas >>>>>>>>