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No es de sorprenderse pues que, en el registro de la propiedad intelectual se encuentra depositado un plano de urbanismo para una total transfiguración de la materia prima que, hoy, es Buenos Aires;

un proyecto que, por ejemplo, mudaría el pequeño espacio verde que hoy existe entre el barrio de los ricos y el estuario, y por lo tanto es accesible, por un lado, mayormente por los ricos y por el otro lado, por nadie, al centro geográfico del desierto urbano para igual acceso por todos sus lados y por todas las clases sociales, aumentando a la vez su superficie muchas veces, como pulmón a la escala de la ciudad;

•  un proyecto que, por ejemplo, mudaría todas las dependencias de gobierno de sus sitios presentes, de difícil acceso, por el hacinamiento del barrio, y otra vez por el estuario, a un núcleo gubernamental, como ciudad dentro de una ciudad, en una zona ahora de poca densidad demográfica;

• un proyecto que, por ejemplo, quisiera ver, en la zona de menor densidad demográfica, levantarse, sobre una extensión en arco de unos diez kilómetros, once grupos de altos bloques habitacionales, con los inmuebles de cada grupo dispuestos en la forma, vista desde helicóptero, de las letras de  B U E N O S A I R E S, un nivelamiento de la densidad demográfica y una atracción turística;

• un proyecto con muchas ideas más; y que no sugiere su materialización a golpes de apuros dolorosos sino por la paciencia de esperar de un topiarista observando cada paso del crecimiento de su planta y podándola, un poco a la vez por aquí, un poco a la vez por allá, en la dirección de la forma deseada, o sea observando la ciudad evolucionar y podándola de a poquito en la dirección de la forma deseada.

Lo interesante del estado presente es que nos parece un símbolo didáctico de lo que habrá pasado en otros sitios también. Pero, en esos otros sitios, por lo menos a nadie se le ocurrió equipararlos con París, y su red de urbanismo integrada en su urbanización.

Y que no se nos diga que la autopista de cien metros de ancho que secciona - se podría decir que vivisecciona - la parte más concurrida de Buenos Aires, a nivel con las calles y veredas, es urbanismo. Es un purgatorio para peatones, quienes, lo sabemos por experiencia propia, no pueden cruzar los cien metros en una sola tanda de luz verde, sino que tienen que esperar, en contaminación y nervioso bochinche, largo rato en el medio de la autopista otra luz verde para terminar su tribulación.

En verdad, ¿cómo puede haber nacido la fábula de que el amorfo hipertrofismo de Buenos Aires es el París de Suramérica? Y probablemente, sin la fábula, ni nos hubiésemos dado cuenta y ni se nos hubiese ocurrido comentarlo.