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para ingresar a Venezuela sin más trámite que pedirla a él, sin las referencias bancarias, sin los certificados de trabajo, sin los conocidos en Venezuela, y sobre todo sin tener que hacer el trámite a distancia directamente con Caracas. Al día siguiente, entregábamos nuestros pasaportes en el consulado; al día subsiguiente, los recibíamos con una visa de entrada para una estadía de sesenta días.

Naturalmente que este ramo de rosas no está sin su espina; hay que ingresar a Venezuela dentro de los dos meses de otorgada una visa, lo que, en nuestro caso, con los seis meses que pensamos que nos tardará alcanzar la frontera de Venezuela, es tres veces imposible. Así que habrá que ir renovándola antes de que venza, siempre que nos la quieran renovar dos o tres veces. Pero, estas dudas, bien podemos dejarlas para otro día. Por ahora, somos los orgullosos poseedores de una visa que nos parecía muy nebulosa hasta hace poco; y ciertamente será más fácil conseguir alguna renovación de alguna visa ya otorgada que una visa sin antecedentes.

Siendo esta semana la última, antes de reemprender viaje, parece oportuno poner al día lo observado y lo aprendido.

> Desde nuestro regreso, descubrimos media docena de edificios del tipo neoyorquino; incluso, un par de ellos sería una joya en Nueva York mismo.

> Desde nuestro regreso, también descubrimos barrios de tipo residencial, con señoriales arboledas y con ambiente distinguido, como no los hay, ni por asomo, en Nueva York.

  Una característica llamativa de estos barrios residenciales de Buenos Aires es que cada cuadra, o sea cien metros, está ocupada, de cada lado de la calle, no por grandes inmuebles ocupando, quizás entre dos o tres, los cien metros, sino por una hilera de inmuebles muy flacos y altos; en un caso, donde se nos dio por contarlos, había once inmuebles de departamentos apretados en los cien metros de una cuadra, con todas las ventajas que ello supone - tanto en la calle misma, por la agradable variedad visual formada por once estructuras diferentes, en detalles y en materiales, en vez de uno o dos cuarteles habitacionales; como por dentro, por obligar esta disposición a tener solamente dos departamentos por piso, incluso un solo departamente de lujo por piso, en vez de los seis o diez, o más, departamentos por piso en las conejeras habitacionales de los grandes inmuebles que ocupan media manzana o más.

  Analizándolo bien, allá, en Nueva York, hay barrios ricos, pero no distinguidos.

> Aquí, también vimos dos casos - un grupo escultórico en la Plaza del Congreso, y un obelisco gigantesco en el medio de lo que, se dice, es la avenida más ancha de la Tierra - que parecen reflejar un Buenos Aires de los tiempos cuando los porteños, quizás, eran más civilizados; pero, ahora, hasta dónde se puede alcanzar, estos monumentos están desfigurados y vandalizados, >>>>>>>>