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Ah, incluso, ahora, un campo no solamente de matorral desmontado en pastaje, sino también arado. Y, ahora, a nuestra derecha, también desapareció el matorral; y ahora, hasta un campo de girasol con todos sus discos solares inclinados muy disciplinadamente en una misma dirección.

Volvió otra vez el matorral.

Otra vez van reapareciendo campos de siembra y de pastoreo. Y van ganando los campos. Automáticamente, nos sentimos transportados, en memoria, a la situación análoga que observamos en el norte de Canadá, de obliteración paulatina de la vegetación original para dar paso al uso agricultural de las mismas tierras.


Como campos de girasol

¡Qué sensación exótica, verse en el medio de tierras hasta el horizonte tocadas y transformadas por el trabajo humano. Qué contraste sobrecogedor, ver, con los ojos físicos, esta realidad y, al mismo tiempo, con los ojos de la memoria, aquellas estepas que fueron nuestro mundo durante tantas semanas en la Patagonia - porque ya no estamos en la Patagonia. ¿Cómo lo sabemos? Porque ya no hay los vientos infernales.  Viento hay, pero civilizado.

Como rasgo ameno, hay bastante frecuentemente, a orilla de la carretera, bosquecillos de unos centenares de eucaliptos cada uno, que son, a la vez, agradables a la vista mientras se viaja, y prácticos para descansar a cubierto del calor del Sol. Y calor hace bastante, por lo menos para nosotros, viniendo del sur - y antes del sur, de las alturas de los Andes - con una máxima, estos días, de 35 grados.

Nos estamos aproximando al último pueblo con el precio de la nafta más barato que rige en todo el sur del país a manera de fomento económico. Lógicamente, llenaremos el tanque antes de entrar a la zona más cara, pero, por la hora, vamos a pernoctar en uno de los bosquecillos de eucaliptos cerca del pueblo. Mañana, cargaremos y seguiremos viaje.

Por la duda, siendo este pueblo el punto de abastecimiento límite, fuimos a ver si realmente hay nafta. Sí, la hay, incluso hay cuatro estaciones de servicio, en un pueblo donde una estación sería suficiente.

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Esta mañana, aprendimos una lección; y tenemos ahora una adivinanza para quien quiera escucharnos. ¿Qué tienen en común cuatro estaciones de expendio de nafta de marcas diferentes y en diferentes sitios de un pueblo? Que las cuatro venden nafta, sí, claro, pero ¿qué otra cosa tienen en común?  Que las cuatro funcionan con electricidad, y que, cuando hay un corte de electricidad ninguna de las cuatro funciona.