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la orilla misma del agua en el punto preciso y exacto donde se dice que termina el océano Atlántico y empieza la entrada al Estrecho. Pegado al alambrado del lado chileno, hay un faro; pegado al alambrado del lado argentino, hay una instalación de extracción petrolera.

Preguntamos a los encargados del faro el porqué de tan curiosa demarcación de la frontera. Nunca se les había ocurrido que es curiosa. Cuando les dijimos nuestra teoría de la separación de las ovejas, recién se les ocurrió que quizás debía de haber alguna razón.

También nos enteramos de que la instalación petrolera del otro lado de la frontera había sido chilena hasta hace poco, cuando, por una rectificación del límite internacional, pasó a manos de los Argentinos. Curioso ajuste microscópico internacional en un rincón perdido de la Tierra.

En otro renglón, aprendimos que el estrecho de Magallanes no está tan abandonado a su soledad como parece. Resulta que hay super-tanqueros petroleros que no caben en la vía de navegación de Panamá, y son muy contentos y agradecidos por poder pasar por este Estrecho; quizás una docena de ellos por mes.

Y ahora, ¿dónde está el sitio de Nombre de Jesús en esta relativa llanura compartida por la punta Dungeness, en Chile, y el cabo Vírgenes, en Argentina?

Según pudimos recoger de un lado y otro, hay un lugar con un marcador alusivo, pero, si bien dicho lugar fue localizado por ciertos trabajos arqueológicos, todo el mundo, inclusive aquellos que identificaron el lugar, están de acuerdo que es más una suposición que una realidad. Algunos, incluso, dicen que hay indicios para pensar que el sitio verdadero estaría del otro lado de la frontera, en Argentina, a escasos pasos de aquí. Así que el campo de las investigaciones sobre el tema queda totalmente abierto.

Se cuenta que, en Nombre de Jesús, había un cañón. Pero rastreos con detectores de metales no dieron resultados.

También se cuenta que, durante la esquelética pero inevitable ceremonia de fundación de lo que se creía que iría a ser por lo menos un poblado, se enterró una vasija de cerámica conteniendo el acta de fundación, y dicha reliquia todavía debe de estar por ahí, esperando ser encontrada.

También se cuenta que se encontró, en la zona entre la altamar y la bajamar, pequeños recintos hechos de piedras apiladas, cerrados en sus costados pero abiertos arriba, suponiéndose que pueden haber sido trampas para tratar de conseguir peces que quedarían aprisionados adentro con la marea bajando; pero nos parece muy raro que semejantes dispositivos, a la fuerza precarios, hubiesen sobrevivido las mareas de siglos.