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  En este caso, son las liebres, de las cuales, como ya estuvimos indicando en las semanas pasadas, hay, en los alcances australes del continente americano, cualquier cantidad. Por alguna razón, las liebres encuentran el material de los conchales ideal para su vivienda propia y, al escarbar sus cuevas, revelan el secreto y hasta ahorran el trabajo de una excavación.

  Hoy, estos conchales tienen un interés sólo estrictamente histórico, porque las conchas que los forman en sus millones son de las vulgares, y además están reducidas a una masa escurridiza de escamas de ex-conchas. Otra cosa fueron las conchas que encontramos en el contexto de metates en aquella cueva de Baja California, conchas grandes, macizas, porosas por el tiempo, e interesantes de por sí, por su forma.

  Nosotros nos encontramos un pedazo de hueso de guanaco.

Las plantas carnívoras que vimos son exactamente lo que la denominación sugiere: son plantas provistas de tentáculos, que agarran animales bastante incautos para acercarse demasiado, y se los tragan.

  Lo dicho es perfectamente cierto, pero también se puede decir de otra manera: son plantitas compuestas de una florcita blanca central, como una perla chiquita, y de seis hojitas radiando en color rojo oscuro de dicho centro; cada hojita, provista, en su reborde, de una hilera de pelitos, y cada pelito, provisto, a su vez, de una substancia incolora pegajosa.

  Este monstruo sediente de carne mide, en su diámetro total, incluyendo la florcita y la corona de hojitas, unos 15 largos milímetros; cada hojita, con sus pelitos, mide unos 4 milímetros; y calculamos que cualquier animal mayor de 2 milímetros sería presa demasiado grande para dichos carnívoros.

  Cuando una minimosquita u otra cosa parecida tiene la mala idea de acercarse a los tentáculos, perdón, los pelitos, queda atrapada por el adhesivo, los pelitos se cierran lentamente sobre ella, y la hoja disuelve la parte comestible de su presa por la acción de enzimas digestivas, la absorbe, despreciando las partes fibrosas, que eventualmente caen.

  De hecho, en algunas de las seis hojitas en hexágono alrededor de la florcita central, vimos los tenues restos de algún almuerzo o alguna cena reciente.

   Así es esta planta carnívora de nombre Drosera Uniflora.

De paso, aprendimos que los líquenes colgando de los árboles son, en realidad, contaminómetros del aire: pueden sobrevivir sólo en aire puro.

Luego, volvimos a Ushuaia, con el correo como meta principal para mandar las casi 50 cartas, parte de nuestro trabajo de ayer.