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Mañana temprano, nos adentraremos en esta parte de la Argentina.

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Esta mañana, en el instante de arrancar el motor, supimos qué nos espera en el próximo pueblo no del todo chico, o sea Bariloche: una visita a un taller, porque tenemos algo suelto o roto en el sistema de escape, a causa, sin duda, de una gran piedra que agarramos anoche en uno de los muchos tramos en construcción del camino.

Mientras tanto, seguimos disfrutando ininterrumpidamente de un paisaje de la misma variada belleza que ayer; a lo largo del lago Nahuel Huapi.

Bariloche nos demostró en seguida que no teníamos por qué habernos preocupado por su capacidad de tener un taller de silenciadores. Lejos de ser un pequeño centro de turismo casero, es un gran centro de industria turística, con más de doscientos hoteles y cerca de quince kilómetros de pistas de esquí en el solo cerro Catedral. De modo que tenemos nuestro caño de escape ya arreglado sin problemas. Y no fue a causa de la roca de ayer, sino de pura vejez.

En Bariloche, también nos enfrentamos con algo perfectamente imprevisto que nos tiene bien confundidos: por primera vez en lo que va de esta Expedición, la moneda de un país, en este caso el austral de Argentina, no acusó devaluación, sino que, al contrario, en los tres meses que estuvimos en Chile, se volvió más fuerte. ¿Cómo tomarlo? ¿Como realidad económica o como maniobra política? - y por lo tanto, en la táctica cambiaria nuestra, ¿cambiar poco como siempre, o cambiar mucho? Lo que no deja de complicarnos las cosas porque justamente de aquí para el sur y hasta la punta austral de América, prácticamente el fin del mundo, no sabemos si se podrá cambiar dinero. Mañana veremos.

Por ahora, el ambiente de Bariloche, o mejor dicho el 80/oo del público, no nos gusta. Hay demasiada concentración del tipo de juventud que le da mala fama a la juventud. Menos mal que ya vimos una tajada del pueblo argentino mucho más substancial y convincente en nuestro paso por las provincias del norte, para saber que esto no es una muestra representativa de los Argentinos. Más bien parece ser una cueva de turismo social o de rehabilitación de caracteres con dificultades de ajustes de personalidad.

Será mejor alejarnos de aquí para la noche, porque esta mezcla de cabezas vacías, manos ociosas, e impulsos de psicología de masas, no nos parece buena compañía. Iremos en dirección a un sitio de nombre Llao Llao, que, de todos modos, queremos visitar mañana por su fama de paisajes.