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nos hace acordar de que, antes de aquel otro mundo, hubo, por aquí, otros otros-mundos, con el más viejo de ellos detectado hasta ahora, de alrededor de 13.000 años de antigüedad.

Trátase de un sitio conocido, hasta famoso, como Monte Verde, a orilla del arroyo Chinchihuapi, tributario del río Maullín; no solamente bastante más antiguo pues, sino, sobre todo, más substancial, que el sitio Huichai Quenco/ Vichuquén, ya mencionado.

Durante excavaciones, bastante estiradas, sobre los años 1978 a 1985, se descubrió lo siguiente:

▪ toda una aldea con una docena de chozas - no redondas sino rectangulares;
▪ centenares de artefactos - de piedra, hueso, márfil, madera;
restos de comida - desde raíces, tallos, frutas, nueces, de más de sesenta > tipos de plantas tanto locales como importadas, hasta mastodontes y >>camélidos;
▪ inevitables resultados de los festejos - coprolitos;
▪ pisada pequeña - se supone de un niño;
y, entre los pertrechos de caza y pesca ... boleadoras iguales a las >>boleadoras utilizadas 12.000 ó 13.000 años más tarde, hace pocas >>generaciones, por Pampeanos en sus cacerías.

Lo extraño es que, mientras una fuente le asigna al sitio una antigüedad aproximada de 13.000 años, vimos otra fuente con una antigüedad de 30.000 años. Se nos ocurre que podría ser una simple confusión, una fuente copiando la otra. Difícil es confundir las cifras 13.000 y 30.000, pero fácil es confundir las palabras inglesas thirteen y thirty, con la sola 'n' final, y medio tragada, de diferencia en el sonido.  Quién sabe.

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Esta mañana, los primeros kilómetros fueron con una linda vista, a nuestra izquierda, del Osorno y de otros cerros más allá del lago Llanquihue.

Estamos en Puerto Montt. Su principal distintivo parece ser la vista de cerros del otro lado de su bahía subrayada por un fuerte olor a mar; pero nada que justifique venir hasta esta punta del mundo.

Viajando de Puerto Montt a Pargua, punto de embarque para la isla de Chiloé. Todo se volvió muy ordinario; la topografía, la vegetación, las casuchas de madera.

Todos los datos que juntamos respecto a la isla de Chiloé coinciden en que no hay nada que valga la pena.  Pero, por la duda, vamos de todos modos.