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En realidad, Valdivia no fue muerto en la lucha. Los dos grandes Araucanos Lautaro y Caupolicán, generosamente quisieron perdonarle la vida, pero fue la mayoría que lo quiso muerto. Y así se cumplió la decisión democrática. Con todo, Valdivia fue honrado post-mortem: lo comieron, y de su cráneo hicieron una copa ceremonial que quedó en uso hasta la tercera generación.

En el paraje de Pailahueque, reapareció, a la lejana izquierda, la cordillera de los Andes, con algunas de sus cumbres pulverizadas de nieve. Y aparecieron, quizás como presagio de cosas por venir, nuestras primeras ovejas, desde quién sabe cuándo.

A la altura del pueblo de Lautaro, lejos en el horizonte frente a nosotros, pero impresivamente por sobre el horizonte, apareció el simétrico cono nevado del volcán Llaima, de unos 3.060 metros de altitud. Nunca lo sentimos nombrar como competidor del Fujiyama japonés, pero es lo que nos hizo acordar de inmediato.

Como si fuera por confabulación, con las últimas palabras, apareció un cartel de publicidad de una marca japonesa. Podríamos tomar una fotografía combinada del cartel y del volcán, y decir que estuvimos en el Japón. Ah, pero no. La mentira nunca va muy lejos. En el Japón, el cartel estaría con signos japoneses, aquí está con letras latinas.

Estamos pasando por el barrio de entrada de Temuco, pero nuestros pensamientos están sin duda en Inuvik, por causa de un conjunto de casas, idénticas a las de Inuvik, en forma, tamaño, material, y variedad de colores, si bien no tan prolijas.  Lo único que falta es la nieve, el frío y el utilidor.

Ahora sabemos de los Mapuches-Araucanos lo siguiente.

…♦…  Los así-llamados Araucanos, en realidad, no son "Araucanos" sino, más propiamente, "Mapuches".

…♦… La denominación "araucano" es una palabra de origen quechua significando "guerrero valiente". Es el primer caso que conocemos, y, por lo tanto, un caso sorprendente, de una denominación impuesta a un pueblo por otro pueblo y que no sea peyorativa, muy al contrario. Y es que todo el mundo está de acuerdo: los Mapuches eran los combatientes más vehementes de Sudamérica, y se parecían a los Iroqueses y Apaches de América del Norte por su coraje y amor a la libertad. Su magnífica resistencia a los invasores españoles hasta inspiró un poema épico, La Araucana, de Alonso de Ercilla.

…♦… Los Mapuches no son de un solo tipo; si bien son mucho más claros que los paraborígenes de América del Norte, su piel varía entre blanca amarillenta, blanca morena, y bruno-aceitunada. También su estatura cambia por región. Más hacia la Cordillera, son más altos; y hasta cambian de nombre: allá, se los llama Pehuenches. Y más hacia el sur, se vuelven más cortos.