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En los lugares generosamente concedidos para estacionamiento de vehículos, probablemente se pretende imposibilitar la vista del mar a los ocupantes porque, según rezan carteles, hay que estacionar, verbatim, "aculatado".

Es divertido observar cómo una palabra indecorosa en buena sociedad, mediante su arropamiento en un prefijo y una fioritura terminal, se vuelve muy apta para todo público; cómo un totalmente inaceptable estacionamiento "por el culo" se vuelve académico cuando "aculatado". Lo mismo ocurre con la misma palabra en francés. Es impensable, en buena sociedad, hablar de un "cul" así a descubierto; pero apenas se lo arropa como reculer, aculer, culot, culotte, se vuelve digno vocablo del discurrir más distinguido y de cualquier público en general sin que nadie se dé cuenta siquiera. Hay un solo caso cuando esta palabra, hasta con un arropamiento, queda tabú en buena sociedad.

En la entrada de Viña del Mar por esta costanera, hay grandes rascanubes modernos y lujosos, algunos, en forma de triángulo, con uno de los ángulos apuntando hacia el mar, otros, en el desastroso formato paralelepipédico habitual.  La forma triangular parece ser mucho más aceptable.

Uno de los rascanubes, y uno solo, tiene una parte, y una parte solamente, dañada por un reciente terremoto. Uno se pregunta cómo es el comportamiento de una onda sísmica que daña, y daña bastante, una limitada tajada vertical de un edificio, y deja intactos, las otras partes del mismo edificio y todos los demás edificios alrededor.

Pero, a buscar ahora la meta de nuestra curiosidad: la estatua traída de la isla de Pascua.

Estamos en la mini-plazoleta triangular frente al mar donde está transpuesta una de las misteriosas estatuas de la isla de Rapa Nuí, más conocida pues como isla de Pascua.

Por lo que tenemos a la vista, parece ser éste otro caso cuando las especulaciones de "quién, cuándo, por qué, cómo" son mucho más fascinantes que el aspecto de lo que se ve. En esta estatua, no hay la más mínima radiación o inspiración estética. Todo es resignación, si no tristeza. Todo en el torso y la cabeza - que es lo que constituye la estatua - salvo las órbitas de los ojos y la nariz, que están bastante destacadas, está sólo muy nebulosamente esbozado.


La estatua

Lo más curioso de la estatua es quizás no la estatua sino el material en el cual fue tallada. No es una piedra apta para escultura como uno se la imaginaría comúnmente, homogénea, sino un conglomerado apenas compactado de elementos tan dispares en composición y tamaño como masas de cenizas y vetas de escorias, un material, se nos ocurre, no del más difícil para tallar por abrasión pero probablemente muy difícil para tallar con precisión.