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Y ahora, hacia nuestra próxima meta, una zona no muy especificada alrededor del pueblo de Tafi del Valle con, supuestamente, una cantidad bastante nutrida de menhires. Estos, por lo menos, tendrían que ofrecer más interés que los pedregales de pedigree.

Siguiendo camino, un cartel, muy común en su temática, pero muy inhabitual en sus especificaciones: "Prohibido cazar por arriba de los 2.000 metros".

El camino acaba de llevarnos a 3.042 metros, según reza un marcador con una precisión que no se sabe cómo calificar, teniendo presente el implícito desconocido margen en más o en menos que tantas veces, siempre, encontramos en la medición de altitudes; de todos modos, la altitud máxima en dirección a Tafi del Valle. El marcador estaba inundado por una marea de turistas. ¿Dónde están las docenas de altitudes de 3.500, 4.000, 4.500 metros por donde viajábamos en perfecta soledad y donde tan sólo nuestro altímetro nos informaba en quietud con sus oscilaciones?

Tafi del Valle. Es otro engranaje en la maquinaria de explotación de los turistas tratando de encontrar algo para hacer.

Un turista se nos acercó para preguntar cómo es el camino por donde habíamos venido. Su primer y último interés fue si está recto, llano, asfaltado y, sobre todo, sin cornisa.

Los menhires, nos enteramos, ya no se encuentran en sus lugares originales sino que fueron todos acumulados en una loma a once kilómetros al sur de Tafi del Valle.  Esto no nos gusta para nada, pero vamos a ver.

Aquí estamos, en el medio de los menhires, dos o tres docenas de ellos, diseminados todo alrededor de una loma, sus faldas y su cumbre. Miden entre un metro y dos metros y medio de altura, en formas esbeltas irregulares, más postes que menhires. No sabemos si todos se pueden llamar menhires porque algunos ostentan grabados - mayormente en una faz, en algún caso en las dos faces - y con seguridad, en otros sitios, se llamarían estelas. Hay grabados geométricos, éstos, a la vez simples pero no primitivos, y hay grabados de caras humanas, éstos, bastante esquemáticos y toscos, casi se podría decir geométricos en forma de caras humanas.

Por lo demás, estos menhires, o estelas, guardan celosamente sus secretos. ¿Quién los talló y los erigió? ¿Cuándo? ¿Tenían las ubicaciones originales de estos menhires-estelas algún significado de calendario u otra observación astronómica? ¿Eran acaso todos ellos, antiguamente, tallados, y son los que, hoy, parecen piedras sin trabajar, así por descascaramiento de su superficie? Esto podría ser porque, en algunos, vimos parte tallada y parte que obviamente perdió su tallado y hoy aparece como piedra simple.

•…• En el pueblo, en la municipalidad, nadie sabe nada, estrictamente nada, más allá de los alfajores y de las empanadas locales.

•…• En el sitio mismo, nadie sabe nada, simplemente porque nadie hay.