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También, las indicaciones de velocidad máxima, siempre detalladamente dadas, nos parecen ridículas - más que ridículas, inacatables. Parece como si las autoridades viales argentinas, para hacer las cosas bien, hubiesen tomado los servicios de un experto vespucciano; como si éste hubiera establecido velocidades pensándolas en millas; y los Argentinos las hubiesen tomado nominalmente pero en kilómetros. Por ejemplo, cuando hay un indicador de 40 kilómetros por hora como máxima, tomarlo al pie de la letra, como lo hicimos una vez para ver, sería simplemente entorpecer el flujo del tráfico y causar accidentes por endormecimiento o irritación, o ambos, de los conductores; luego, probamos en el mismo trecho de carretera la velocidad de 40 millas, o sea aproximadamente 65 kilómetros por hora, y resultó esta velocidad perfectamente razonable y ajustada a las circunstancias imperantes.

Esta relación de velocidades no sigue, sin embargo, aritméticamente así en todas las velocidades. Por ejemplo, cuando la velocidad máxima indicada es de 80 kilómetros por hora, no se podría correr a 80 millas, o sea casi 130 kilómetros por hora; pero sí se puede ir tranquilamente a 100 ó 110, y es lo que la gente hace.

Hay, en las carreteras argentinas, de vez en cuando, puestos de policía caminera, pero no son retenes; o sea que existen para casos excepcionales y no para el tráfico común de cada día: no hay barrera, no hay por qué parar, salvo que la policía lo indique específicamente a un vehículo determinado, porque algo le parece fuera de lo normal.  Nosotros fuimos parados una sola vez hasta ahora.

Una presencia que parece de gran peso en la vida rutera argentina es al Automóvil Club Argentino. Tiene estaciones y otras dependencias que parecen muy sólidas, muy acogedoras y muy eficientes, como no vimos en ningún lado hasta ahora durante esta Expedición.

Estamos estacionados en un cerro dominando Salta, pero, por la hora, nos quedaremos aquí hasta el anochecer; luego, bajaremos a nuestra calle tranquila dominando la ciudad de más bajo, para dormir; y mañana veremos qué habrá que hacer antes de seguir viaje hacia nuevas metas más al sur.

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Pasaron tres días completos.  Esta es la madrugada del cuarto día.

Amanecimos con una buena helada. No había tantos grados debajo de cero, pero el frío era muy penetrante, probablemente por la humedad; con el cielo despejado después del mal tiempo de ayer, cuando llovió en Salta, se ve la parte alta de las serranías fuera de la ciudad blanqueadas de un poco de nieve.  ¿Cómo debe de estar Huaitiquina en estos momentos? nos preguntamos con >>>>>>>>