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También hay salares; ya vimos varios, y parece que ahora vamos a cruzar uno.

El camino se volvió muy malo, mucha calamina, muchas piedras, también trechos arenosos; en otras palabras, en conjunto, este camino argentino no es mejor que el chileno de esta mañana, a pesar de todo cuanto nos habían dicho los Chilenos. Parece que los Chilenos se hacen tantas ilusiones en cuanto a este camino argentino como los Bolivianos se hacen ilusiones en cuanto a aquel camino chileno.

Volvimos a subir a 4.560 metros.

Este camino es realmente muy malo, y peor que cualquier cosa que vimos esta mañana en Chile: un verdadero purgatorio para nosotros y el coche.

El paisaje se volvió otra vez muy quebrado, también algo salvaje, y hasta reaparecieron cumbres altas, a veces con su nieve - lo que no perjudica el panorama, pero, al mismo tiempo, obliga el camino a sinuosidades que no hacen sino agregar a los males ya imperantes.

Observamos ya frecuentemente un curioso fenómeno que nunca vimos hasta ahora: los arroyos de por aquí fluyen en un lecho, y también por entre franjas laterales, de color blanco, si bien el blanco, no siempre del mismo tono, y si bien la substancia del blanco tampoco es siempre la misma. Mirando las cosas mejor, vemos que se trata de superficies cubiertas, a veces de cristales de alguna sal, y a veces de hielo.

Reapareció un vandalismo que, dolorosamente, vimos permanentemente en todos los demás países desde México inclusive hacia el sur, salvo en Chile: lemas políticos pintados con brocha gorda en las rocas. Božka hace notar, con frío realismo, que, en Chile, de poco servirían porque hace mucho ya que no hubo elecciones.

Otros carteles que dicen más de lo que dicen: "Destruir Señales es un Delito", "Circule sin molestar a los demás". Si las autoridades sintieron la necesidad de gastar dinero del erario público en estas advertencias, probablemente, lamentablemente, por algo será.

Llegamos a San Antonio de Los Cobres, sanos y salvos.

La soledad, del lado chileno, fue absoluta; del lado argentino, menos absoluta, si bien, en la práctica, lo mismo que absoluta. El camino, a veces, fue muy malo, como para romper algo; pero no hubo, lo que era el gran peligro - nieve o nevadas nuevas.

Cuando llegamos al puesto de la gendarmería argentina, los oficiales nos miraron con algo de incredulidad, como si hubiésemos sido bichos raros. En quince días, nadie había cruzado el paso de Huaitiquina, Guatiquina, y estaban tan convencidos de que el paso estaba tapado de nieve que no esperaban ver a >>>>>>>>