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¿Quién tuvo la culpa del colapso del gran sueño calichero?

En la otra faz de la Tierra, los Alemanes. Resulta que la industria alemana, aislada por la primera guerra mundial, pero nunca falta de ingenio, inventó una manera de producir nitrógeno sintético para la fabricación de explosivos. Más tarde, dicho producto sintético también invadió el sector agricultural, y así cayó el nitrato natural chileno.

Sin embargo, se está rumoreando que el muerto podría resucitar, o por lo menos abrir un ojo: se descubrió que, como en muchas otras cosas, lo sintético no es tan bueno como lo natural, que, a la larga, crea problemas que lo natural no creaba; y está renaciendo el interés en los productos naturales de estos desiertos, cuyos usos son de una multiplicidad asombrosa:

•  El salitre potásico se utiliza principalmente en agricultura.

Pero el salitre sódico, a más de su uso agrario, también tiene sus usos industriales en explosivos, productos químicos, cerámica, conservación de alimentos - se podría agregar: carcinógena - vidrios, fuegos artificiales, briquetas de carbón, tratamiento de aguas servidas, autocongelantes, anilinas, pigmentos.

• El yodo, a su vez, se utiliza en la industria farmacéutica, los herbicidas, como aditivo en la alimentación del ganado, en procesos metalúrgicos, electro-química, los insecticidas, desinfección del aire, prevención de incendios, y se destaca la posibilidad de utilizarlo como catalizador, en la producción de petróleo sintético y como purificador de agua.

El sulfato de sodio, a su vez, tiene sus usos en las industrias, de la celulosa, del vidrio, de los detergentes.

¡Cuántas cosas útiles, si bien a veces dañinas, puede sacar el ingenio humano de algo que parece tan estéril, tan árido!

Así nos despedimos de esta industria única en la Tierra; y de sus zorros, ranas, sapos, patos, pájaros, mulas, medio-pollos, loros, gansos, elefantes, chanchos, camellos, camarones y burros - que no son, como no podrían ser, los pobladores de algún zoológico del desierto, sino maquinarias y herramientas varias así denominadas por los salitreros.

La otra visita, sorpresivamente, fue del sorprendente pequeño museo arqueológico que nadie esperaría en semejante poblado minero. Los funcionarios mismos de la empresa minera nos insinuaron que lo fuéramos a visitar, encontrando en nosotros una notable falta de entusiasmo.  Pero, nos llevaron prácticamente a la fuerza, así que no tuvimos otro remedio. Y la verdad es que vimos y aprendimos cosas nuevas.

Resulta que, hasta hace unos diez años, esta parte de Chile era un vacío blanco en los mapas arqueológicos del país.  Hoy, gracias al olfato y a la >>>>>>>>