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¿Qué pasa al pie del volcán?

/\ Primero, se tritura el material traído por los camiones; hasta reducirlo a pedazos de no más de 5 centímetros.

/\ Luego, se lo carga en un autoclave, con una presión de 80 libras de vapor seco, y un calor de 600 a 800 grados centígrados; y se deja durante 45 minutos, para liquefiarlo.

/\ Luego, se le abre una compuerta al autoclave; y sale azufre líquido, fluyendo por una malla de 9,5 milímetros, por lo que le quedan impurezas menores de dicho tamaño, y luego, fluyendo por otra malla, ésta de 1,5 milímetro, por lo que ya no le quedan impurezas sino menores de este tamaño.

/\ Y así se considera el azufre 99,5/oo puro, de modo que falta tan sólo dejarlo enfriar y despacharlo.

Naturalmente, a semejante altitud de 6.130 metros, uno se siente todavía más sujeto a la falta de oxígeno que en los 5.230 metros del Observatorio de Física Cósmica de Chacaltaya. No por nada casi todos, para no decir todos, los mineros que trabajan en esta mina más alta de la Tierra son no Chilenos sino Bolivianos, por su mayor aclimatación natural a dicha falta de oxígeno.

El Aucanquilcha es un volcán apagado, pero - según manifestó el administrador - cuando se hicieron perforaciones de cateo en sus flancos, de no más de cien metros de profundidad, se llegó a calores insoportables; "temperaturas" "insoportables" dijo él.

Y así se puede anotar esta Expedición una nueva maximarca de altitud, que, con toda seguridad, es también su última, de 6.130 metros sobre el nivel del mar; y sin edema pulmonar y sin edema cardíaco, la ventaja de habernos aclimatado paulatinamente desde el nivel del mar a los 4.000 metros y de haber oscilado durante tanto tiempo entre los 4.000 y 5.000 metros del altiplano; y se puede anotar, en el mismo acto, su nueva y última maximarca de desnivel entre sus puntos, más alto, esta mina, y más bajo, aquella mina en Canadá, un desnivel de más de siete kilómetros verticales.

Además, un resultado incidental totalmente inesperado fue que Karel divisó desde esa altitud, por entre cerros de alrededor de 5.000 metros de altitud, algo que, durante mucho tiempo y repetidas veces, habíamos considerado incluir tal vez en nuestro trayecto, pero que, finalmente, en nuestros últimos días en Bolivia, habíamos descartado: el gigantesco y famoso salar de Uyuni.

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Esta mañana, amanecimos con, otra vez, 13 grados bajo cero.