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parte de Chile, hasta más al sur del Santiago de hoy, fue también parte del inmenso Tahuantinsuyo de los incas.

De todos modos, adelante, pues, ahora, por Nueva Extremadura, que fue el primer nombre europeo de Chile, por el nombre del lugar de nacimiento de Valdivia.

Para nuestra continua sorpresa, el paisaje básicamente sigue siendo una altipeneplanicie a unos 3.700 metros de altitud; si bien en ciertos rasgos algo diferente de lo que era en Bolivia. La diferencia está en que esta altipeneplanicie está salpicada de morros e inclusive de mesas que le dan una variedad; inclusive hay farallones, cosas nunca vistas en el altiplano boliviano.

En la distancia, en dos direcciones opuestas, se perfilan cadenas de picos, algunos de éstos, encapuchados de nieve.

El camino no es nada mejor que el camino entre Sabaya y la frontera, salvo que recién pasamos una corriente de agua sin siquiera la emoción de tener que vadearla. También, ya abrimos ojos redondeados de sorpresa al ver nuestras primeras indicaciones viales en toda una eternidad, en carteles bien hechos y ni siquiera vandalizados.

Siguen los rebaños de llamas como en Bolivia.

Se terminó la planicie. Pura serranía; no muy alta en términos relativos locales si bien a una altitud de 4.000 metros; habría que llamarla altiserranía.

El camino se volvió no solamente sinuoso sino también peor que el camino boliviano de esta mañana. Hay más tráfico de este lado de la frontera que del lado boliviano: son todas camionetas trayendo contrabando del puerto libre de Iquique a Bolivia.

En la frontera misma, vimos docenas de televisores y de otros aparatos electrónicos japoneses; también cajas y cajas de whisky escocés directamente de Escocia; también cigarrillos, curiosamente de marcas gringas pero fabricados en el Brasil, lo que, a su vez, es todavía más curioso cuando se piensa que el Brasil tiene su frontera común con Bolivia, directamente del otro lado de Bolivia. Nos rememoramos el caso del puerto franco de Colón en Panamá para mandar contrabando a Colombia, y se nos ocurre que quizás la función principal de un puerto franco en un país sea mandar contrabando a los países vecinos.

Llegamos a la diminuta aldea de Quebe. Hablamos con su maestro. Es tan diminuta esta aldea que tiene un gran total de nueve alumnos en su escuela, repartidos sobre cuatro grados primarios.

A primer vistazo, nos pareció un ser muy curioso ese maestro - como de otro planeta, o por lo menos de otro continente, después de ocho meses de Perú y Bolivia - con sus rasgos curiosamente arios.