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La indumentaria de la gente adquirió un nuevo elemento. Por aquí, se estila envolver la cabeza en algún tipo de tela, desde un simple pañuelo en el cabello hasta grandes velos alrededor de la cara, alcanzando inclusive los hombros; ya sea en vez de un sombrero, o por debajo del sombrero. Aquellos envueltos en los velos largos casi se parecen a los tradicionales Beduinos. De paso dicho, tantas cosas hemos comprobado ya, en esta Expedición, que ya no existen sino como estereotipos en la imaginación de la gente, que nos preguntamos si los Beduinos de hoy en día seguirán o no seguirán todavía como se los conoce por el estereotipo popular.

Estamos estacionados a mitad de camino entre el asfalto y las ruinas de Incallajta. Tuvimos que vadear varios arroyos y torrentes, con la muy mala combinación de empinadas y angostas honduras, por lo que, cada vez, casi nos quedamos colgados.

Justamente, estamos ante otro vado, peor que los anteriores, y recién pasó por aquí un lugareño y nos advirtió que no vale la pena seguir porque los últimos kilómetros hacia las ruinas, por una trocha saliendo de este camino de tierra, son prácticamente impasables - y cuando un Sudamericano, por lo menos de aquellos que conocimos hasta ahora, dice que un camino es prácticamente impasable, es de verdad impasable. Pero, nos dijo que hay otro acceso hacia las ruinas, a unos 35 kilómetros de aquí. Vamos a ver si queremos hacer esa tentativa, tomando en cuenta lo poco atractivas que nos parecieron las ruinas ayer en las fotografías en el museo.

Empezamos a hacer la tentativa por el otro lado, pero nos encontramos con un vado, tan profundo que hay una probabilidad cercana a la certidumbre de que nos vamos a inundar el motor, y con un fondo tan irregular y pedregoso que muy bien podríamos quedar trancados en el agua, en una trocha por otra parte muy mala y sin tráfico. Decidimos que nuestro propósito no es romper el coche para ver a todas costas algún sitio en particular, sino llevar a cabo una Expedición con suficientes puntos de interés como para que ninguno de ellos sea esencial a los méritos de la Expedición. ¿De qué nos serviría ver Incallajta y no terminar la Expedición?

No se entiende por qué el gobierno, con un importante instituto de turismo y con su augusta arqueología boliviana por Bolivianos, y con tan pocas ruinas arqueológicas, no se preocupa de mantener estas ruinas aunque sea medianamente accesibles, tanto más que, según escuchamos, fueron restauradas - lo que, incidentalmente, para nosotros, sería una razón para no verlas. Pero si pensamos en todo lo deficiente que ya vimos en nuestra corta estadía en Bolivia, no sabemos por qué nos asombramos.

Como para darnos una advertencia desde arriba y un empujoncito en la buena dirección, o sea en el regreso, se desató una muy fuerte tormenta con granizada.

Así que no vamos a ver las ruinas de la fortaleza Incallajta construida por el inca Tupajr Yupanqui alrededor de 1450 d.C. para prevenir incursiones de tribus chiriguanas.