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Cualquiera sea la razón, en el renglón de la arqueología llamaron nuestra atención dos piezas.

. Una es un cuero de oveja con el texto del Credo pirograbado por misionarios de la Colonia en signos que se podría llamar jeroglíficos, o ideográficos; pero que, nos sorprendió sobremanera enterarnos, se afirma que son signos aimaraes.

.. La otra es, tallada en un bloque monolítico, una fuente bastante grande, traída de la península de Copacabana, y decorada de dos motivos que se merecen interés: un personaje con manos con cuatro dedos solamente, lo mismo que el personaje de la Puerta del Sol; y una serie de signos ideográficos que igualmente se afirma que son aimaraes. Esta fuente lítica y sus signos inspiran más confianza que el pergamino de oveja y sus signos, pero el asunto no deja de sorprendernos. Además, nos extraña que los signos del pergamino y los signos de la fuente sean ambos aimaraes, porque son totalmente disímiles.

   En el renglón de la curandería, se muestra todos los remedios necesarios para, o contra, riñones, susto, estómago, resfrío, matriz, orina, fracturas, dolor de cabeza, corrientes de aire, ataque de aire - para aquellos que saben la diferencia, nosotros no la sabemos - reumatismo, fecundidad, muelas, empacho, pulmonía, mal de corazón, penas de corazón - para aquellos que saben la diferencia, nosotros no estamos seguros - usando desde hojas de coca hasta sangre de murciélago, pasando por verbena y mica.

Después de nuestro retiro de nuestro voto de confianza, visitamos este museo, lamentablemente, por separado.

Esta tarde, por ser hoy sábado, recibimos la generosa dosis semanal de música clásica, a la misma hora del sábado pasado.

El tráfico paceño es bastante silencioso y tranquilo. Hay que tener buenos frenos y un buen disco de embrague, porque no hay una sola calle horizontal y muchas son muy empinadas.

Ultima observación para hoy. Ya nos acostumbramos a ver gente andando por la calle con voluminosas cantidades de billetes de banco en las manos. Vimos en ciertos negocios, como por ejemplo una estación de servicio, tales bultos de billetes de banco que los negocios parecen más bancos que negocios ordinarios. Y seguimos admirando la celeridad con la cual la gente sabe contar billetes, casi a velocidad de procesadoras - que, en este caso, bien se podría llamar computadoras - aun mientras caminan por la calle.

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Hoy, domingo, nos vamos a quedar en el aeropuerto, dedicándonos a tareas varias.