español english français česky

grabado por el sistema de incisiones filigranadas que vimos en Chavín, si bien de inspiración y de hechura menos distinguidas. Se ve claramente los consabidos colmillos y cabezas de serpientes; no distinguimos símbolos de aves. También son parte de los grabados figuras geométricas, especialmente triángulos.

|¯| Vimos algunos casos de ensamblaje de piedras por ajustados meticulosos recortes, tipo inca, si no de la mejor hechura; también algunos casos de las consabidas protuberancias y ranuras.

|¯| También, hay túmulos tan amorfos que la forma de lo que, alguna vez, habrán sido se puede sólo suponer - probablemente una plataforma, o varias plataformas encimadas, o sea un zigurat. Por ejemplo, el túmulo - que los doctos arqueólogos se gozan en llamar pirámide en contra de cualquier evidencia - el túmulo Acabana fue hecho un desastre por los Españoles: 400 hombres excavando durante semanas en busca de oro.

  Otro tipo de vandalismo estuvo ocurriendo hasta en época menos antigua, con la explotación de las ruinas como cantera de material de construcción.

|¯| Excavaciones exploratorias hacia un costado del sitio principal han mostrado más vestigios arqueológicos debajo de tierra; pero el cuadriculado de estas excavaciones exploratorias mismas pronto será sólo un vestigio debajo de las nuevas malezas, por continua falta de dinero.

|¯| Vimos dos hombres en cuclillas escrutando el suelo de manera indivisa, palpando a veces algo con el índice. Establecimos una conversación: estaban buscando granos de cobre antiguo para fundirlo en piezas de comprobada antigüedad para los turistas. Sugerimos que encontrarían más, escarbando el suelo. No, eso sería lo peor; no hay nada mejor que esperar una lluvia y dejar ésta barrer por erosión las partículas más livianas de tierra, dejando en descubierto los granos, más pesados, de cobre.

Luego de un refrigerio, fuimos, por la duda, a un sitio arqueológico a unos dos kilómetros del sitio Tiahuanaco, cuyo nombre, Puma Puncu, es tan desconocido e ignorado como es famoso y glorificado el de Tiahuanaco.

Pasamos allí una hora y media - y no más no por falta de interés sino porque empezó a llover. Desde el primer instante, se estableció otra vez la comunión entre las ruinas y nosotros, sin ninguna metida de pata arqueológica.

El área - anidada a un costado de un túmulo-ex-plataforma todavía más voluminoso que el de Acabana en Tiahuanaco - no se puede llamar sino diminuta, con quizás una media hectárea, pero ostenta una desordenada, fácilmente dantesca, acumulación de ciclópeos bloques-hiperpaneles monolíticos, aplanados, recortados; y pues, sí, reminiscentes, en una interesante afinidad, de Ollantaytambo.