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millonarios que éramos en el Perú, nos volvimos al instante billonarios, con las manos llenas de billetes de 100.000 pesos cada uno.

Bolivia, como otros países que ya visitamos, ni puede imprimir su propia moneda - si bien por lo menos tiene la cordura de no depender de un solo proveedor: algunos de los billetes tienen, en caracteres microscópicos, el habitual nombre gringo de origen francés, pero otros tienen, en caracteres igualmente microscópicos, una desinencia alemana.

Entramos a Bolivia; pero no por ello salimos del imperio de los incas - seguiremos todavía mucho tiempo en el Tahuantinsuyo. Ahora, viajaremos por su provincia de Collasuyo, que se extendía sobre gran parte de Bolivia, de Chile, parte de Argentina y una pequeña franja de Paraguay.

Nos surgió la pregunta de cómo sería, hoy, el Tahuantinsuyo, en este siglo XX, si no hubiesen interferido los Españoles. ¿Cómo hubiese evolucionado su cultura - hubiese seguido ocupando más territorio, asimilando otras culturas, o hubiese empezado a desarrollar una creatividad autónoma propia - y a qué hubiese llegado, en una modalidad u otra, en estos cuatro siglos y medio transcurridos?

Pasamos del Perú a Bolivia, pero, visualmente, por lo menos por ahora, no hay la menor diferencia: las mujeres, en la misma indumentaria típica, con su mismo sombrero hemisférico que no se sabe para qué sirve ya que es menor que la cabeza misma; los hombres, con su mismo uniforme universal de hoy en día; las mismas cargas en las espaldas humanas como si fueran bestias de acarreo; el mismo camino deficiente; la misma falta de indicaciones viales.

Y la misma falta de variedad de comida saludable - estamos parados en la plaza central de Copacabana, Božka recién regresó de una caminata exploratoria de las posibilidades comestibles y se queja de que otra cosa que fideos, arroz, frituras y mezclas de colores y sabores artificiales no hay; huevos - no, escasean; leche - fresca, no; mirar un escaparate de carne es mirar un escaparate de grasa y huesos - menos mal que carne casi nunca comemos.

Lo que sí hay en Copacabana es la basílica de la Virgen de Copacabana - en total desacuerdo, por su aparente elegancia, con la mediocridad general del pueblo.

Nos enteramos de que, por grandísima casualidad, justamente mañana, sábado, habrá gran feria y procesión en este famoso santuario.  Veremos.

Por varias averiguaciones que hicimos, parece que, en Bolivia, no hay más delincuencia que la común en cualquier otra parte de la Tierra.