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Y ahora, a las ruinas.

Se encuentran a cierta distancia del pueblo y, como no podía ser de otra manera, bien arriba, en una cresta de sierra.

En una casilla de control en el camino de acceso, le preguntamos al encargado cuánto hay que caminar a pie para alcanzar las ruinas; "50 metros" nos dijo.

En la explanada de estacionamiento en la cual termina el camino de acceso, hay dos cosas penosamente obvias: una, increíble aun en el Perú, la otra, muy creíble en el Perú.

. Una cosa, que los 50 metros del encargado no pueden ser ni siquiera 50 metros verticales, porque las ruinas están allá arriba a quizás 300 metros verticales encima de nosotros, y quién sabe a cuántos kilómetros inclinados.

.. La otra cosa, que no nos animaremos a dejar el coche solo. La alternativa es ir por separado o no ir; mejor dicho, considerando que esto va a ser toda una expedición pedestre, que Karel vaya y le cuente a Božka lo visto, o no ir.
Božka insiste que Karel vaya.  Karel va a ir.

Desde aquí mismo, también se ve grandes andenes de cultivo, en la conformación general trapezoidal habitual de andenes, más largos en la base de la pendiente y más cortos en la cumbre, de acuerdo a la topografía del terreno. Andenes de cultivo ya vimos antes, pero no como éstos. Aquí, no son piezas arqueológicas, si no andenes de cultivo con cultivos vivientes en este momento mismo.



Compárese con pampa o prairie

Por ello, son quizás también la ilustración de por qué pueblos idos prosperaban y el pueblo presente no prospera en las mismas condiciones. Preguntamos a un lugareño, de dónde viene el riego. "En tiempos de los incas, nos dijo, el agua venía por una acequia de unos 30 kilómetros desde una laguna, pero la gente de hoy, siguió diciendo, no se preocupa. La acequia está abandonada, si bien todavía podría funcionar; el único riego de los andenes son las lluvias; y si no hay lluvia, mala suerte." Parece una explicación muy plausible de los éxitos de antes y del marasmo de hoy.

Y ahora, Karel, arriba hacia las ruinas.

Ocho horas más tarde, aquí va el relato para Božka.

Más de tres horas de caminata - entre trabajosa y difícil, y a veces peligrosa, por un sendero escabroso, y a veces a lo largo de los bordes intransigentes de un precipio a pique - fueron necesarias para cubrir los "50 metros" de aquel guardián, y, luego, enfrentar, estoicamente, un contratiempo.

En la zona general, hay cuatro grupos de ruinas: dos grupos se puede descartar por insignificantes; de los dos restantes, un grupo es un pueblo bastante >>>>>>>>