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Es simplemente aterrador; hay chambones en cualquier parte del mundo pero cuando un país es un nido de chambones ¿cómo se atreve a querer sobrevivir?

Así que, en vez de salir tempranito, estamos, a las 11, todavía en Nasca; y, por colmo, todavía vacilando.

Bueno, sin ninguna convicción, pero ya que elegimos el boleto de lotería de ir por la vuelta larga, por Arequipa, por Arequipa iremos. Por el camino más directo, hubiésemos pasado por Pampa Galeras, entre Nasca y Puquio, una reserva nacional de vicuñas, establecida en 1966 para tratar de salvar la especie de una extinción total después del salvajismo colonial, y post-colonial también. Antes de la llegada de los Españoles, había quizás un millón de vicuñas en los Andes peruanos, pero, en 1950, quedaban quizás tan sólo unas 400.000, y cuando se estableció la reserva, quizás unas 14.000.

Pero por Arequipa vamos.

Ya hace buen rato que estamos viajando hacia el sur, y, por ahora, no tenemos ninguna razón para regocijarnos; nuestro Boleto de Lotería parece ser un perdedor.

La carretera está asfaltada, no hay duda; pero hay todavía menos duda de que el asfalto está en un estado entre malo y pésimo; hay que estar zigzagueando; a veces, hay que rodar con dos ruedas por la tierra natural para evitar pozos en el asfalto; empezamos a lamentar no haber ido por el lado más corto.

El camino llegó otra vez al mar. Hace rato, el camino estaba tan cerca del mar, el viento barría tanta arena por encima del camino, y se veía tales cantidades de conchas blancas prácticamente tapando partes de la playa, que nos detuvimos para dar un paseo y tener un contacto más directo con los elementos.

Vimos la transformación de arena traída por el mar en arena llevada por el viento, como si hubiese sido una muestra preparada ex-profeso para un curso de geología en acción:

→ longitudinalmente a la zona de arena empapada, o sea del vaivén del mar, > había una franja húmeda;
ocho pasos más lejos del mar, había una franja longitudinal a la anterior, >>de arena escurrida pero todavía insensible a la acción del viento;
cinco pasos, no más, más lejos del mar, había una franja longitudinal a la >>anterior, de arena medio seca y ya el viento lograba mover parte de los >>granos;
dos pasos más lejos, ya era arena totalmente seca que, bajo la fuerte >>insistencia eólica, se llenaba de vida, y de ahí en adelante se multiplicaba >>como un fantasma tomando forma, dispuesto a tragarse el mundo - lo que hacía >>literalmente, cabalgando enloquecidamente por los lomos de un sinfín de >>pequeños médanos a la conquista de un cerro vecino.