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Conmemora el arribo del Argentino José de San Martín - "dependiente del gobierno de Chile", según sus propias palabras - al Perú, como otro paso para erradicar el cetro español de las hasta entonces colonias hispanas sudamericanas.

Ahora que las cosas, aparentemente, no fueron tan simples como lo quiere cierta vanidad patriótica en busca de un héroe.

Una cosa es decir que José de San Martín libertó la Argentina, cruzó los Andes, libertó Chile y marchó a libertar el Perú; y otra cosa es decir, que, después de cruzar los Andes, tuvo la ayuda del Chileno Bernardo O'Higgins quien había sido incapaz, por sí solo, de enfrentarse con los Españoles, y que, luego, ambos, en su avance hacia el norte, tuvieron la ayudita y la protección de una flotilla bajo mando de un almirante inglés - naturalmente, ya que los Ingleses y los Españoles eran como perros y gatos.

Desde aquí, tenemos una buena vista de la bahía de Paracas, delimitada, por atrás, por la península homónima.

Es la arqueología de esa península que nos trajo por estos lados. Vamos a ver qué hay.

Península de Paracas.  Ya descubrimos dos cosas.

Una cosa es que toda la península es una reserva nacional no solamente de arqueología sino también de fauna y flora; de fauna y flora marinas, se entiende, porque la península es un perfecto desierto. Y, por lo pronto, hay que pagar entrada, vale decir, como es la costumbre en el Perú, que los extranjeros son penalizados y tienen que pagar varias veces más que los Peruanos - a no ser que el importe pagado por los extranjeros no sea inflado, sea solamente lo correcto, lógico y honesto, y que sean los económicamente endebles Peruanos los socialmente aventajados. Pero, aquí, ¿por qué tendría que pagar un extranjero quince veces más que un Peruano? Nos rebelamos y, para nuestra sorpresa, el boletero, para quedar bien con extranjeros, nos dejó pasar como Peruanos.

Otra cosa es que, de los sitios arqueológicos, no se puede ver nada, simplemente porque, por falta de mantenimiento, fueron re-sepultados por las arenas del desierto. Así que, cuando se habla de la cultura de los Paracas, hay que hablar como en un cuento de hadas: allá lejos, y mucho tiempo ha, o quizás mejor en este caso, allí debajo, y mucho tiempo ha. Quizás algún día, cuando haya dinero disponible, se vuelva a excavar lo anteriormente excavado.

En cuanto a la esencia de esa arqueología, hoy pues invisible bajo las arenas nuevamente corridas por el viento, se la conoce, por las excavaciones anteriores, de sitios, denominados respectivamente Paracas-Cavernas y Paracas-Necrópolis.

Estos dos sitios se encuentran relativamente cerca uno del otro; Paracas-Cavernas, en la ladera, y Paracas-Necrópolis, al pie, del mismo cerro - más loma que cerro, según vimos - el cerro Colorado, como se podría llamar >>>>>>>>