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Þ­ varios ex-templos elevados sobre plataformas, quizás hasta zigurates, con rampas de acceso a la plataforma; varias canchas y varios espacios cercados; todo lo susodicho, de la época entre 1100 y 1400;
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Þ el ex-templo del Sol, el ex-palacio Tauri Chumpi; éstos, de la época siguiente y final, o sea de la ocupación incaica del sitio, y todavía utilizados cuando la invasión española;

Þ­ sin olvidar vestigios que, parece, se encontró de presencia humana nómada de hasta 18.000 a.C.

Pero lo que se ve hoy, si bien atestigua una grandeza pretérita, no puede interesar sino a aquellos que no vieron otra cosa; salvo los tres elementos siguientes.

  1. En el pequeño museo de sitio, vimos un objeto bastante único: un fragmento de una puerta todavía en uso a la llegada de los invasores europeos; fragmento compuesto de varillas de madera verticales juntadas con haces de hilos de algodón, cubierto de una tela, y decorado de grandes valvas de conchas color rosa. Así se ve hoy esta puerta en particular, pero, por la descripción dejada por un cronista español, puertas solían tener decoraciones de coral, turqueza, cristales y otras cosas.

  2. En estas ruinas, en contraste con otras ruinas que visitamos, hay todavía substanciales fragmentos de revoque, de revoque pintado, de color rojo y color amarillo, si bien, lamentablemente, totalmente desfigurados, violados, por la omnipresente plaga de los vandálicos grafiti de gente sin cultura, sin sensibilidad, sin respeto, sin cabeza.

  3. Frente a uno de los ex-templos, no podía faltar un cementerio, así como ya vimos en otros sitios, y tampoco puede faltar que, como en otros sitios, este cementerio haya sido profanado, salvo que éste fue dejado en un estado todavía más lastimoso de irrespetuosa calamidad, con huesos y cráneos tirados en el suelo. También hay grandes cantidades de telas, naturalmente ya bastante podridas, así como ataduras de fibras. También descubrimos lo que creemos que es parte de un huso para hilar, todavía con el hilado enrollado.



Tirados en el suelo

Aquí, en Pachacamac, también se encontró entierros de humanos con perros.

El principio del fin de Pachacamac fue cuando apareció por aquí Pizarro, no Francisco sino su hermano Hernando. Este pogrom, le tocó enfrentarlo al curaca Tauri Chumpi, o Chumbi, a la sazón, gobernador incaico de la comarca, desde el ya citado palacio.

P.S. Finalmente, según reza un folleto explicativo verbatim 
       "los métodos de excavación fue muy cuestionado";
                                        y, también verbatim,
       "el resultado de sus trabajos no aportaban deslindes estratigráficos".