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pentagrama varían en grados diversos del sonido que sería el habitual así representado en la música europea, en diferencias de entre 40 centítonos por debajo hasta 60 centítonos por encima.

¡Pero cuidado! Hasta ahora, todo lo aprendido es solamente muy interesante, y en realidad no tan inaudito - en todos los sentidos de la palabra - ya que la propia música europea no siempre tuvo sus intervalos homogeneizados, violentados en contra de la acústica natural, y ya que, aun hoy en día, hay otras músicas que no pegan en las normas europeas habituales.

Pero ahora tropezamos con que, en tal microdivisión del tono templado, este museo rechaza la escala Yasser de 100 centítonos por tono y adopta la escala Ellis de 100 centítonos por ¡semitono!; tropezamos con que, según lo explica claramente este museo, un centítono, por una razón que nuestra razón no alcanza a entender, no es la centésima parte de un tono, sino la centésima parte de un semitono. Y apenas así afirmada - dogmatizada, se podría decir, por todo el peso de la autoridad - la maravilla de que 100 centítonos no valen un tono entero sino solamente un semitono, cinco líneas más abajo, se afirma, doctamente, con toda naturalidad y sin un batir de párpado, la super-maravilla de que una desviación de 50 centítonos es igual a un ... octavo de tono.

Hay tantas estupideces en este mundo, que aquello de cien centítonos equivaliendo ilógicamente a un semitono, cuando lógicamente tendría que ser a un tono, no se mereció más que un pensamiento de incredulidad y desprecio; pero cuando apareció que imponían al público, con toda la autoridad que supone un museo nacional, que la mitad de 100 centítonos vale no la mitad de la aducida mitad de un tono, o sea un cuarto de tono, sino un octavo de tono, ya fue demasiado, y fuimos a hablar con el encargado de la sección.

Bueno, la conversación fue increíblemente interesante, porque es increíble lo tupido que resultaron los sesos del distinguido encargado de sección. No hubo manera de hacerle entender que, aun aceptando por un momento la maravilla de que 100 centítonos serían solamente un semitono, la mitad de 100, o sea 50, no puede equivaler a otra cosa que a la mitad de ese semitono, o sea a un cuarto de tono, y nunca un octavo de tono.  Simplemente no le entró en la cabeza.

Ante la maravilla incomprensible de nuestro razonamiento, nos preguntó si éramos músicos. Le dijimos que no hace falta ser músico, que cualquiera que corta una mitad de una pizza por la mitad consigue dos cuartos y no dos octavos de pizza, o sea que si se acepta que 100 centípizzas equivalen a una media-pizza, la absurdidad lógica consecuente sería que 50 centípizzas son un cuarto, y no un octavo, de pizza - sin olvidar que 100 centípizzas son una pizza entera y no una semi-pizza, y que una semi-pizza es 50 centípizzas, y no 100 centípizzas.