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Esta mañana, sábado primero de diciembre, empezamos el día como nunca lo empezamos hasta ahora, y como esperamos que nunca más nos tocará empezarlo.

Desde que estamos en Lima, nos levantamos regularmente a las 4 ó a las 4:30, según los días. Ayer, decidimos que hoy nos daríamos el lujo de dormir hasta las 5.

Hoy, a las 4:30, dos ladrones quisieron desvalijar nuestro portaequipaje. Felizmente, apenas tuvieron el tiempo de cortar cuatro de las ataduras elásticas del toldo, Božka se dio cuenta, y echamos a funcionar la sirena y la baliza roja de emergencia. Y felizmente, los dos ladrones se fugaron a la corrida, así que no hubo violencia.

Cuarto enfrentamiento directo con ladrones desde que estamos en Lima: dos veces en defensa propia, y dos veces en defensa de desconocidos. Hasta ahora, únicamente habíamos escuchado hablar de una ciudad como siendo cueva de ladrones - como, por ejemplo, Nueva York y Bogotá - pero hasta ahora, para nosotros, siempre se había quedado una cosa en un estado teórico; si bien durante nuestros preparativos en Nueva York, una vez, sorprendimos dos hombres a las 3 ó 4 de la madrugada, ya no nos acordamos, disponiéndose a robar, no sabemos si el coche entero o algo en el coche - pero nosotros, conociendo las realidades de Nueva York, siempre, día y noche, teníamos un ojo y una oreja en la ventana, y el coche siempre frente a la ventana, e intervenimos.

¿Y el sereno, aquí, en esta conmoción ladronil limeña? Pues, se había ido a echar un vistazo a la otra punta de la cuadra, y fue esta circunstancia que los desesperados, o atrevidos, ladrones quisieron aprovechar para robarnos. Si, antes, sabíamos que existen cuevas de ladrones; ahora, por esta acumulación, sabemos qué es una tal cueva de ladrones.

Cuando estábamos todavía comentando lo ocurrido y preparándonos a reparar las ataduras, nos sacudió la sorpresa de un violento choque a veinte pasos de nosotros; un vehículo, que circulaba por la avenidad a velocidad quizás excesiva, y un vehículo, que venía de una calle lateral sin respetar el cartel de Pare, fueron los protagonistas; el que no respetó el Pare pudo seguir camino y así lo hizo a toda velocidad sin ocuparse de lo demás; el otro quiso perseguirlo pero se encontró con que, en el desvío balístico que le había sido impuesto por el choque, se había quedado enganchado en algo sobresaliendo del suelo, como pescado en anzuelo. Nos extraña que no ocurran más accidentes en Lima por la manera casi bogotana de manejar.

Ahora, vamos a ver si hacemos algo par aprovechar el día.

Hicimos varias diligencias, solucionando o preparando la solución de varios problemas, uno por uno.

También nos fuimos al correo.