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fotografía adyacente, no quiso, y no quiso, y no quiso, salir de otro color que verde. Fue esta fotografía la única, entre todas, que quedó malograda sin remedio.

¿Cómo se explica que, dentro de una misma fotografía, muchas veces hubo un desvío del tinte de un lado al otro de la fotografía?

¿Cómo explicar el caso del pico nevado que habíamos visto y fotografiado en su blancura resplandeciente, que nos fue entregado, sin un parpadear, en un glorioso salmón, que tuvimos que devolver, que nos fue entregado una segunda vez, en un encantador rosado, que tuvimos que devolver otra vez - a pesar de las protestas del técnico que así era y que de otra manera no podía ser - y que, finalmente, después de largos sufrimientos, recibimos en su blancura, o casi?

Y otro problema fue el nivel de claridad-obscuridad. Fotografías tomadas con una normal luz del día, nos fueron entregadas como escenas lúgubres de algún mundo subterráneo, con la explicación de que nosotros les habíamos dicho que nos gustan colores con bastante densidad. Lo curioso es que este problema no se presentó con colores vivos como azul, amarillo, rojo, etc., pero sí frecuentemente con colores apagados como gris, marroncito.

Problemas que se fueron repitiendo con insistencia desanimadora. Y ahora, mestizándolos todos, aparece la verdadera epopeya.

Si hacíamos repetir una fotografía por las pelusas, casi seguro salía de otro color que el original, quizás también con otras pelusas. Si hacíamos repetir una fotografía por un defecto de color, había siempre el peligro en acecho de pelusas. Ciertos casos resultaron prácticamente imposibles de lograr satisfactoriamente, por ejemplo la secuencia de grabados de Sechín. En la secuencia original, la mitad de las fotografías tuvieron pelusas. Al mandarlas a repetir sin pelusas, salieron de otro color que las fotografías restantes de la misma secuencia. La única manera de lograr un color homogéneo era mandar hacer toda la serie de vuelta; pero, había otra vez las pelusas, y así sucesivamente. ¡Una epopeya, una verdadera epopeya! ¿Cómo se puede lograr un resultado satisfactorio si, con una misma calibración de la máquina, es imposible lograr dos veces el mismo resultado?

Pero ya está, y aprendimos muchas cosas. Se aprende más de dificultades penosamente dominadas que de un trabajo bien hecho como si fuera la única manera de hacerlo. Ahora sabemos, cómo, de un mismo negativo, se puede sacar un mamarracho o una hermosura, cómo una fotografía es, quizás en mitad, el fruto del fotógrafo, pero ciertamente por lo menos en mitad, el fruto del impresor.

Y - totalmente tan interesante como lo anterior - tuvimos un contacto directo con la diferencia entre lo llamado desarrollado, y lo llamado subdesarrollado; una confirmación de nuestra aseveración anterior de que no es, o no es únicamente, una cuestión de tecnología.