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Naturalmente, durante la bajada escuchamos ruiditos de vez en cuando, como ya escuchamos en otras bajadas y subidas, y que, al principio, no sabíamos interpretar pero que ahora sabemos que son los gemidos de envases de plástico, cediendo bajo la presión atmosférica cada vez mayor en las bajadas, lo mismo que se expanden en las subidas, en la atmósfera cada vez más escasa. Los envases de cuerpo firme, que no se adaptan progresivamente a los cambios de presión atmosférica, emiten un soplo al ser abiertos para reestablecer el equilibrio entre la presión interna y la presión externa.

Finalmente, en cuanto a curvas, es un placer anotar una chispa de inteligencia, chispa de inteligencia tirada en el suelo no más, en aquellas carreteras peruanas que tienen asfalto y curvas cerradas en combinación. Se trata de la línea demarcadora medianera en la calzada; tiene un trazado flexible, o sea que no marca siempre mecánicamente el medio de la calzada sino que se va adaptando, en las curvas, a la necesaria trayectoria balística práctica real de los vehículos en curvas cerradas, o sea que se desvía del centro de la calzada hacia el lado convexo de la curva para darle más lugar a los vehículos que tienen un viraje más cerrado en la parte concava de la curva y para dar únicamente el ancho mínimo necesario a los vehículos que tienen la comodidad de la parte convexa.  Bien realista y astuto.

Sí, para la noche, estamos a 50 metros de la Guardia Civil.

Es que, en todos los países hasta Panamá inclusive, no tomábamos medidas de seguridad más que lo mínimo que sería razonable en cualquier parte de la Tierra - salvo en las ciudades grandes de Vespuccia, y en dos casos muy excepcionales, una noche en Alaska y una noche en el Darién.

En Colombia, por las numerosas advertencias de los Colombianos mismos, estuvimos siempre en estado de alerta contra asaltantes de todo calibre; en Ecuador, nos sentimos más seguros otra vez; otra vez, nos animamos a dormir en lugares apartados, si bien sabemos qué pasó al bolsillo de la chaqueta de Božka dos veces en Quito - naturalmente, los Ecuatorianos en seguida echaron la culpa a los Colombianos que, nos explicaron los Ecuatorianos, "vienen a Ecuador porque tienen demasiada competición en su propio país".

Aquí, en el Perú, la situación es muy diferente de todo lo anterior; aquí, estamos otra vez en alta alerta, pero no contra asaltantes, malvivientes, sino contra toda la sociedad; porque aquí, por lo que sentimos, no se sabe dónde está el enemigo; con toda seguridad, personas buenas hay, pero cualquier persona puede abrigar ideas torcidas.

Creemos que los niños de una sociedad son el reflejo de la sociedad porque crecen cómo los hace, o los deja, crecer la sociedad, y aquí, en el Perú, los niños son una amenaza pública; en ninguno de los países visitados hasta ahora, hemos visto cosa como las siguientes.