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* Entre la dicha plaza mayor y el dicho edificio mayor, un pórtico formado de dos macizas columnas cilíndricas y de un dintel  hecho de dos grandes piedras paralelepipédicas, una blanca, y una negra.

  Estos dos colores, no una casualidad, sino parte de una simbología que se repite simétricamente en otras partes del sitio. Lo negro, al norte del eje este-oeste, y lo blanco, al sur del eje.

* Como para romper, de manera magistral, una simetría que podría ser demasiado abstracta, a un costado del edificio principal, hay otra plaza, ésta, de forma circular y de tamaño menor.  Todo da la impresión del clasicismo el más puro.

* En la plaza mayor, las graderías por los costados están hechas de prolijas piedras paralelepipédicas de granito pulido, de hasta nueve metros de largo. Uno se pregunta cómo podían mover semejantes pesos y volúmenes que no sería fácil mover aun con la maquinaria de hoy; y uno se queda pasmado al enterarse de que no hay este granito en la vecindad del sitio, que la fuente más cercana de este granito se encuentra en la cresta de la cordería, cerca del túnel que cruzamos. Sabemos muy bien qué significa bajar desde el túnel hasta aquí, hoy, con la tremenda facilidad del camino, por más malo que sea, y no nos imaginamos cómo los Chavines pudieron movilizar estos tremendos pesos por las implacables laderas de la cordería.

* En el edificio principal, su exterior evidencia inquietudes estéticas y filosóficas. Las piedras están colocadas alternando una hilera de piedras gruesas con dos hileras de piedras más delgadas. Y todo el perímetro del edificio estaba provisto, a distancias de dos metros, de cabezas clavas, de expresión demoníaca según pudimos ver, que ciertamente debían de cumplir una función específica dentro de las creencias chavines.



Cabeza clava

* La delicadeza del arte chavín se evidencia en sus bajorrelieves, sus grabados, sus stacciatos, en piedra: su fina terminación, su cantidad, la complejidad de sus motivos; los hay en muchos lados, desde las columnas y el dintel del pórtico hasta todo un sócalo en el perímetro de la plaza circular, pasando por muchas otras lápidas; la complejidad es tanto más notable que resulta de la combinación de solamente tres elementos: el cóndor, la serpiente y el felino. Naturalmente, los llamados cóndores podrían ser falcónides, o águilas; de todos modos, alguna ave soberana.

  Aun en las representaciones antropomorfas, se mezclan y repiten, y repiten, estos tres ingredientes.

  Se sabe que, originalmente, ciertas incisiones en piedras estaban pintadas de rojo para mayor realce.

* Aquí, como en Copán, es arte de calibre pero no es arte por el arte: no hay rasgo, no hay incisión, que no tenga algún significado otro que simplemente artístico.  Una vez que uno sabe cómo mirar las cosas, es fascinante.