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Hay una vegetación que no había ayer en la otra ladera; especialmente varios tipos de cactos, desde pequeños, redondos, con llamativas flores coloradas, hasta aquellos grandes y centenarios, casi como árboles disfrazados de cactos.

En una mezcla que nos parece curiosa si no incongrua, hay bastante caracoles paseando por entre, y hasta sobre, los cactos.

Ya 1.700 metros. Camino difícil, si bien no angustiante.

De aquí en más, otra vez tendrán que ser los garabatos de Božka, por las mismas razones obvias e ineludibles que ayer.

Altitud, 3.200 metros.  Meta de hoy, a la vista.

Lectura de las notas de Božka, con las mismas dificultades de descifrado.

• Siempre alternando el cambio entre primera y baja.
• Más vegetación trata de crecer de este lado del Marañón.
   Incluso, algunos pobladores tratan de arraigarse.  Justamente, desde un lado, estamos dominando una linda y amplia cuenca fértil con pobladores en medio >>de la grandiosidad cordillerana.  Quizás, un día, habrá todo un pueblo allí >>abajo.  Para nosotros, esta vista es como un vislumbre del pasado, cuando, en >>lugares donde hoy hay pueblos, entonces trataban de sobrevivir>los primeros >>colonos.

• Se nos amuralló el horizonte hacia donde vamos, con una implacable ladera de >>la cual no hay escapatoria, ni por la derecha ni por la izquierda.  Sin >>embargo, habrá que pasar del otro lado.
• Es lo que el camino se está empeñando en conseguir por tremendos zigzagueos >>longitudinales por la ladera misma, cada vez más alto, más alto.
¡Tremendo! Vamos a medir cuántos kilómetros y minutos nos llevará hasta >>alcanzar el punto de la carretera que se pierde allá en las nubes.
• Fueron 11 kilómetros, nos tardó 48 minutos; desnivel: 550 metros.

• Y seguimos subiendo.
Ahora, para peor, envueltos en las nubes; con el camino siempre malo; y >>siempre en primera velocidad.
• ¡Lo que nos faltaba!  Empezó a llover.
• Felizmente, casi en seguida, apareció una pequeña explanada de una casita >>abandonada.  Perfecto para parar.
• En otro rancho, averiguamos si es mejor esperar que deje de llover o seguir >>antes de que se moje demasiado el camino.  Mejor seguir con la lluvia, antes >>de que ocurran derrumbes.
• Seguimos pues, si es que se puede creer una información peruana.
• Arreció la lluvia, y el camino se  volvió del  peor tipo de cornisa posible, >>sin margen del lado del precipicio, y  estrechamente dominado por no muy >>firmes formaciones rocosas del otro lado.
• No, el consejo no fue bueno.  ¿Para qué  meterse, justo cuando llueve, en un >>camino de cornisa tan estrecho y tan expuesto a derrumbes?  ¿Dónde está >>escrito que los derrumbes ocurrirán después de nuestro paso, y no justo >>>>>>>>