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el costado del cuerpo - hay que aclarar que todas estas cabezas, ya sea sobre o contra los bultos, no son las verdaderas de los difuntos, las cuales están dentro de los monumentos, sino cabezas postizas.

La manera de construir estas raras tumbas verticales era bien simple.

║ Se colocaba el difunto - en posición agazapada, con los miembros doblados contra el cuerpo, y las manos ya sea debajo de la barbilla o como protegiendo la cara - verticalmente sobre una pequeña plataforma;

se construía, alrededor, acto seguido, un envoltorio de pequeñas piedras y de arcilla con paja en contacto directo con el cuerpo, hasta cubrirlo completamente;

luego, se colocaba encima de este "cuerpo" la cabeza postiza moldeada en arcilla;

║ luego, el conjunto estaba recubierto, unificado, con una capa de arcilla de color crema;

║ y finalmente, se dibujaba, en la cabeza postiza, los rasgos del rostro, y en otras partes, otras decoraciones, con pinturas roja y ocre, lo que representaba el cuerpo antropomorfo de la tumba.

También hay un antiguo poblado en el mismo sitio, creando la impresión de una estrecha unidad entre las casas y las tumbas.

Después de Tierradentro y de este Chipurik, que así se llama este sitio, uno se pregunta ¿qué más en estilos funerarios?

Parece que estos monumentos funerarios antropomorfos tienen un parecido con los fardos funerarios antropomorfos de la costa central y sureña del Perú. Veremos.

A 25 kilómetros, y quién sabe a cuántas horas, de Tingo, nos estamos deslizando con menos penas que en los días pasados - lo que no quiere decir sin pena - a lo largo del cañón del río Utcubamba, entre grandes murallas ilustrando de manera cautivante los tremendos acontecimientos de la geología.

En El Tingo, que es el nombre correcto de este pueblito.

Llegamos por un camino mucho más largo y terrible que si hubiésemos seguido desde Cajamarca como originalmente habíamos empezado; pero nos enriquecimos con estas dos experiencias que, si no las hubiésemos vivido en la realidad, nunca nos las pudiésemos haber imaginado; y nos acordaremos siempre de nuestra maximarca de 10 kilómetros y 181 metros, por hora, durante 11 horas.

Lo que pasará con las ruinas de Cuélap será de yapa.  Mañana, veremos.